➵Capítulo 1

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 ۞ SON ÓRDENES, SOLDADO ۞ 

 —Soldado Skyler Harries, por favor dirigirse a la oficina del Sargento West. — Una voz robótica sonó a través de los altavoces del comedor.

Con todas las miradas interrogativas sobre mí, me levanté de mi respectivo asiento y seguí las órdenes caminando hacia el despacho del Sargento Mayor. Una vez frente a la gran puerta de acero toqué tres veces y a los segundos un "Adelante" se escuchó desde el interior de la oficina.

Empujé la puerta y me adentré en el lugar.

— Sargento Mayor. — Saludé con un asentimiento de cabeza. — Me han informado que quería verme.

— Así es. —Dijo sin apartar la mirada de unos papeles.— Tome asiento, soldado Harries.

Rápidamente seguí su orden y me senté frente a su gran escritorio.

— Dígame para qué soy buena. — Dije esperando que me informara sobre una nueva misión.

—Para pedir traslados a Los Ángeles, California. — Dijo para luego lanzarme los papeles que tenía entre sus manos. Confundida cogí los documentos y empecé a leer.

"Sargento West:

El comandante Dush informa a su mayor sobre la profunda confesión de el soldado Skyler Harries.

Hace exactamente tres días, el soldado Harries caminaba a la par del soldado Eliot Wilson hablando sobre temas triviales, sin embargo, un comentario llamó la atención de varios comandantes que caminaban por el lugar.

En palabras textuales, el soldado Harries dijo: "¿Sabes? Siempre me he preguntado cómo es tener una vida normal. Un día de estos hablaré con mi padre sobre el tema y veré si me puedo ausentar este año e ir a una escuela normal en Los Ángeles, aún que no lo creo posible"

Dejé de leer y miré al Sargento Mayor, el cual hizo una seña a alguien que estaba detrás de mí.

Rápidamente me volteé quedando cara a cara con mi padre, el mejor amigo del Sargento Mayor.

¿Cómo rayos no noté su presencia?

— Lo puedo explicar. — Dije apresurada.

— No hay nada que explicar Skyler. — Dijo mi padre mirándome de manera severa. — Sin embargo, lo he estado pensando.

— ¿Hablas enserio?. — Pregunté sorprendida.

— Si. — Dijo cortante. — ¿Recuerdas a tu tío William?. — Yo asentí.  — Él tiene un Internado en Los Ángeles, así que, ¿Te quedas o te vas por un año?

Abrí mi boca a más no poder y me lancé encima de mi padre dándole un abrazo de oso. Éste me devolvió el abrazo algo incomodo, digamos que la última vez que lo abracé fue hace tres años o más.

—Me encantaría, sólo que... —  Mi voz se cortó. ¿Cómo les diría a mis amigos que me voy?

— ¿Qué? — Preguntó el Sargento West mirándome fijamente.

— Nada, sólo... Déjenme asimilar las cosas. — Dije y empecé a hacer cálculos en mi cabeza.

Si me voy tendría que dejar a mis amigos, los que me apoyaron cuando se me acabaron las fuerzas sin esperar nada a cambio. Pero si me quedo, no podría cumplir mi sueño de ir a estudiar a Los Ángeles, California, como una chica normal a mi edad, sin tener explosivos a su alrededor ni temer por su vida en medio de cada misión.

— ¿Ya pensaste qué hacer?. — Preguntaron al unísono ambos hombres para luego fulminarse con la mirada. Infantiles

— ¿Puedo ir a consultarlo con el resto de mi equipo?. — Pregunté al fin, examinando a los hombres e intentando adivinar su respuesta.

La Guerrera © [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora