La Dra. Jung tiene dos grandes problemas, una paciente imposible de nombre Nayeon, a quien ya no le importa absolutamente nada y termina por deshacerse de cada enfermera a su cuidado. Y en casa, su problema más personal y difícil, su hija Mina, con...
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Momo estaba más que acabada, se encontraba sentada en el sofá posando su vista en el suelo, muriendo de miedo y lamentándose, fueron vistas en pleno acto, ella con las manos en la masa, literal. Tal vez debía despedirse de Sana, decirle cuanto la ama y que fue lo mejor de su vida, lo haría de no ser porque su suegro fue claro al decirles que las quería en sofás diferentes y en silencio.
Sana se sentía avergonzada, su querido padre las encontró y también vio parte del video que por suerte o desgracia llegaba a su final. Sabía que no la vería con los mismos ojos y que probablemente estaría castigada de por vida.
Su padre se escucha a unos cuantos metros de la sala llamando a los Hirai, contándoles un poco de cómo había encontrado a las jóvenes, todavía muy alterado. Al finalizar la llamada regreso con ellas.
-Vienen en camino, al igual que mis empleados a los que mandaste a su casa. –Seguía temblando de coraje puro.
-Papa.
-Silencio. –También confisco los celulares de ambas y ahora los sacaba para formatearlos– Como sé que seguro tienen más videos borrare todo o debería quemarlos o tal vez deba esperar a los señores Hirai.
-Mis padres no –Imploro levantando su rostro–
-Papá. –Hablo dejando escapar un sollozo–
-Sin llorar, yo soy el que debería hacerlo. –Se aproximó a un mueble de vinos del cual empezó a sacar cosas– Los voy a borrar pero les contare sobre ello.
-Si le pegan va a ser tu culpa y te voy a odiar por siempre. –Calmo sus sollozos para ponerse en modo enojado.
-¿Te pegan? –Pregunto curioso viéndola agachar el rostro en respuesta– Que bueno.
-¡Papá!
-¿Acaso quieren un premio? La animal esta te violaba y tu muy dejada. –Tenía un vaso lleno de whysky que recién se había servido– ¿Qué desgracia le hiciste a tu cabello? –Y recién noto el cambio en su hija, le dio entonces un trago completo al vaso–
-Se ve bonita. –Defendió como buena novia.
-Un día se le va a caer el cabello de tanto cambio.
Los empleados fueron los primeros en llegar siendo regañados por marcharse y avisados de que es su deber quedarse sin importar que para cuidar de su hija.
-Los señores Hirai han llegado.
-Páselos.
En cuanto entraron a la sala hicieron una reverencia saludando al mayor, lo que siguió fue la señora Hirai caminando directo hasta su hija.
-Le voy a decir a mi abuelita. –Amenazo Momo para salvarse siendo en vano, su mamá le dio un pellizco y luego le susurro algo.
-Te dije que con ella te comportaras, bestia ninfómana.
