.UNA VIDA UNA MUERTE.

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El fuego lentamente iba consumiendo todo lo que algún día me causo daño pero también me hizo feliz, las llamas azules en aquella cueva incineraron una fotografía que llevaba en mi bolsillo y que en la parte superior citaba en letras negras como aquella mágica noche "Familia Morana". Mis lágrimas se habían secado en mis mejillas, se cansaron de caer en aquella caverna callando todos los lamentos de las almas en pena, que me miraban de todas direcciones con ojos melancólicos. Mi mirada se ilumino cuando logre salir de las fauces de aquel monstruo carente de dientes, mire directamente a la luna, le esboce una sonrisa que me hizo recordar que noche tras noche, mala, buena o muy por lo contrario en mi última noche, siempre estaba allí mirándome y protegiendo mis pasos.

El bosque se despedía de mí con una sonrisa macabra y torcida, mis pasos eran escoltados por el sonido ululante de los búhos y el constante gruñido de la noche. Rayos tenues iluminaban mi camino por el mar de arboles, mientras mis ojos buscaban la salida del lugar que abrió el candado que sellaba mi mente y me permitió entender tantas cosas... el bosque me concedió la dicha de poder ver el sendero interminable que lo recorría una vez más, sin esperar otra invitación me sujete fuertemente a la única salida que aquel lugar me otorgaría. Camine por el sendero con mi mente clara... ya no habían gritos, ya no habían lamentos... pero había tristeza y una profunda decepción que devoraba mi corazón con cada paso que daba por aquel camino escoltado por arboles sin nombre, mis sentimientos perniciosos no se debían a que mi mente comenzaba a recordar gracias a la pequeña que ahora se encontraba flotando en algún lugar... lo que realmente perturbaba mi mente y alma, era haber cometido un acto tan infame como fue matar a la única que me había visto con ojos de igualdad. En aquel momento antes de abandonar el bosque, cuando la salida ya estaba al alcance de mis manos, un pensamiento me abordo y no se quería marchar... la sonrisa que llevaba grabada en mi rostro era real, la posibilidad de volverla a ver era abrumadora y eso me devolvía febrilmente mis esperanzas, había descubierto tantas cosas y con cada paso que daba mi memoria iba quemando el velo perpetuo que no me dejaba recordar, en las paredes del tiempo mi memoria iba viendo los rostros del pasado, los momentos que pensé nunca recordaría, un suero que fue suministrado a mi cuerpo hacia más de veinte años perdía su efecto totalmente, mi mente destruía las cadenas que me ataron por tanto tiempo y lo único que pude pensar fue que esa lluvia de recuerdos era el ultimo regalo que me había dejado ella y yo le daría un obsequio a ella y a todos los que estuvieran en una situación parecida. La única prueba de su existencia permanecía grabada en mi mente y corazón, para algunos sería insuficiente, para otros sería una gran mentira... para mí era el recuerdo más preciado de mi vida y esa era la verdad.

Por fin salí del bosque y aun las lágrimas de información de mi pasado seguían cayendo desde los ojos del destino, anegando mi mente con todos los recuerdos que "ellos" se esforzaron por hacerme olvidar... pero esta vez iba a ser distinto... esta vez las garras del poder estaban de mi parte y nada me detendría para conseguir asestar el ultimo gancho que terminaría esta pelea que parecía infinita.

A medida que iba caminando una luz tenue se comenzó a hacer presente en mi espalda, un par de ojos blancos y brillantes se acercaban con un resonante sonido y olor a gasolina, al verlo comencé a hacer señas y cuando estuvo a unos metros de mí, comenzó a detenerse mirándome desde una Ford Pick Up del 61, un anciano de cabello blanco y prominente nariz tan perfilada como una navaja, me miraba por unos segundos desde el puesto del conductor de aquella camioneta, sin decir una palabra me invito a subir con un movimiento de cabeza, estaba seguro que ese hombre era el destino ofreciéndome una oportunidad para cambiar el futuro de muchas personas a cambio de arruinar el mío, pero no tenía tiempo para confirmarlo. No espere ni un segundo, abrí la puerta que despidió un fuerte sonido de sus goznes e hice señas hacia la ciudad y así arranco despidiendo una estela de humo, sonido y gasolina, alejándose por aquella carretera obscura y carente de vida.

El Hilo De PlataWhere stories live. Discover now