El destino me planteaba un juego macabro, en el cual el tablero era el laberinto y las piezas estaban compuestas por: "El Tiempo" "La Locura" "Las Voces" "El Vértice" "El Pasado" Y "Las Respuestas" con la mente afligida hice mi jugada... elegí el tiempo a mi favor y fue así como los dos días que pase en una cama perteneciente a nadie, pero usada por todos se precipitaron a rebasarme tan rápido como la caída de un rayo. Y fue así que luego de descubrí como murieron mis padres y además que posiblemente tenía una hermana... y digo posible porque ahora que puede ver las cosas con más claridad estoy tentado a afirmar con la máxima certeza (que las voces me permiten) que tal vez el peso que yo mismo impuse sobre mis hombros, es inexistente, pero allí estaba el día en que todo terminaría de una u otra forma, la explosión de angustia y miedo que sentía durante toda mi vida, esa mañana del 26 de julio de 2016 me atacaba con tanta fuerza que era casi imposible resistir, pero debía hacerlo y estar preparado para soportar eso y la futura jugada del destino.
El día de mi partida estaba mostrándome su hórrida sonrisa, la llegada a Japón, o mejor dicho la llegada a las tierras de las respuestas, las había imaginado mil veces de una forma distinta e incluso especial. Ahora que estaba aquí postrado en el pasillo con las cerámicas en franjas anaranjada y azul con las voces de extraños recorriendo el interior del edificio ya no podía ver ese brillo en mis ojos ni tampoco la emoción que nos ataca frente a lo desconocido y fascinante. Solo veía al aeropuerto internacional de Maiquetía, en otro día más, como cualquier otro sin que nadie notara mi presencia y yo sin notar la de ellos. No partía buscando sueños y grandeza... partía con mi maleta repleta de pesadillas y buscando respuestas, los sueños fueron asesinados por mis pesadillas y lo peor de esta situación es que evidentemente esto no era un sueño del cual despertaría y miraría el cielo veraniego de Caracas en julio invitándote a salir en bicicleta con esa vecina que nuca tuve el valor de saludar. Esta vez contaba con quizás el único recuerdo que para mí era real... plasmado en una fotografía, a salvo en mi maleta, rodeada de las pesadillas, allí descansaba mi único recuerdo. Estaba seguro de ello casi tanto como seguro de que para la hora y fecha Carlos Sánchez (mi primo) se encontraba camino a Buenos Aires de regreso a su vida, él efectivamente sabía que iba a encontrar al llegar a Venezuela un hombre abatido por preguntas y sumergido en melancolía, pero lo que él no sabía y eso me perturbaba era quien podría ser aquella niña de la fotografía. A la mañana siguiente en que me envió la famosa fotografía me había explicado antes de marcharse que solo me la regalaba por el simple hecho de que yo tuviera un recuerdo de mis padres. Me explico que esa fotografía que me entrego, justo antes de irse de Venezuela, la había conseguido en un baúl, en la casa de su madre y me había mandado la foto a mi móvil, porque no soportaba la idea de que no recordara a mi familia. Lo que él desconocía era que esa foto que en una esquina decía "Familia Morana" había abierto una cascada de recuerdos y acontecimientos que mermaron mi cordura, hasta el punto de estar parado frente a la bifurcación de la locura y la cordura.
Cuando por fin la voz mecánica de la trabajadora en las aerolíneas se decidió a creer que ya estábamos listos para ascender hasta las nubes, yo arrastre mi maleta con faena debido a que pesaba tanto como todos los pecados de la tierra juntos. Temía que las ruedas fueran a romper por su peso, pero luego entendí que lo que pesaba no era la maleta, era la situación. Atravesé las franjas anaranjadas y azules del pasillo que comunicaba con la puerta que en su cúspide llevaba como una corona un gran número cuatro pintado en un color amarillento. Así fue como partí desde Venezuela, hacia el sitio donde mi pasado y mis pesadillas me esperaban. Era jocoso hace una semana pensé que allí estarían mis sueño y mi futuro, pero lo único que me esperaba eran mis peores pesadillas y mi pasado... bueno o malo pero era mi pasado.
Me di cuenta de mi soledad mientras intercambiaba historias con mi nueva compañera, solo se limitaba a oír y una que otra vez asentía, pero no le di importancia solo quería que alguien me escuchara, aunque no dijera nada. A bordo de ese cilindro de metal, al despegar sentí un enorme vacío en mi estomago (no tan grande como el que vivía en mi pecho, pero casi tanto como el de mi cabeza), la única despedida que recibí antes de abordar en Venezuela fue un mensaje de Ángel comunicándome que en Japón me esperaría un viejo amigo de él para ayudarme con la "investigación". Porque para eso yo iba a Japón a investigar la muerte ¿o no?
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El Hilo De Plata
Misteri / ThrillerDimitri Morana es un joven de 23 años que siente una acérrima fascinación por la muerte, por ello busca revelar el gran enigma tras ¿Qué sucede al final del laberinto? Él no puede recordar con exactitud desde que punto una voz abruma su vida y en b...