A los veinte minutos de haber colgado la llamada, una limosina estaba fuera de la casa de los Kujo, lo cual contrarió un poco a Jotaro y a Holly, pues Joseph mantenía un bajo perfil desde su retiro.
Parecía que se había tomado muy en serio su retorno a los escenarios.
Jotaro salió al encuentro con su abuelo y este lo recibió bajando la ventanilla del vehículo. Le sonrió y se quitó sus lentes oscuros, blandiendo la cabeza como los ridículos modelos de comerciales.
–Sube, muchacho, sube. Eres bienvenido.
–...viejo, ¿no crees que estás exagerando?
–Aaaaalgo así, pero dime, ¿qué es exageración cuando eres una estrella de rock?
El moreno suspiró, elevó sus hombros y subió a la limosina, notando que el interior era bastante lujoso: pantallas planas, teléfonos, Wi-Fi, tablets, frigobar -el frigobar tenía una tablet y radio y otras cosas que Joseph no había notado-,entre otras comodidades. Jotaro lo miró contrariado e incómodo.
–Es demasiado, viejo. Deberías seguir con un perfil bajo.
–Es parte de mi treta publicitaria. –Explicó Joseph, tomando una actitud más seria. –Quiero que los ojos de la prensa estén pendientes de mi regreso.
–Ese ego no se baja ni con los años... –Mascuyó Jotaro, inconforme.
–No es ego. –Aclaró Joseph, dubitativo. –Pero vámonos, que tenemos mucho qué hacer.
Jotaro intentó bajar del coche pero el chofer arrancó y se puso en marcha.
–Quería cambiarme. –Aclaró Jotaro, molesto. Joseph manoteó al aire y le restó importancia.
–Queremos saber como tocas, quiero que escuches a los chicos, lo que menos importa, por lo menos ahora mismo, es tu ropa, así que sólo vámonos. –El joven bufó un "yare yare daze" y procedió a acomodarse en el asiento. Su abuelo suspiró. –Volviendo a lo del ego, pues... no, la verdad tengo algo pendiente qué hacer por alguien, aunque ya no esté.
–¿A qué te refieres, viejo?–Preguntó Jotaro, tras un silencio incómodo. –¿Acaso tienes una enfermedad terminal y quieres cometer locuras antes de irte? ¿Antes de decirle a mamá y a la abuela?
Joseph lo miró indignado y dijo:
–Quiéreme mucho. –Suspiró y volvió a tener un gesto serio en el rostro. Miró a su nieto directamente a los ojos. –¿Recuerdas lo que te conté de mi amigo? ¿De su accidente? –El joven asintió en silencio, dejando a Joseph proseguir. –Bueno pues... soñé con él hace unas cuantas semanas.
–¿Desde cuando los sueños son tan importantes para ti? –Preguntó Jotaro, queriendo burlarse de él, pero el hombre mayor lo ignoró.
–Me dijo que volviera a hacer lo que amo, que debía volver a ser feliz. Y heme aquí, buscándote.
Al joven le pareció lo más ilógico del mundo, ¿quién escucharía algo en un sueño? Luego recordó que habían hasta políticos que creían en lo paranormal y que él mismo creía en espíritus, así que no juzgaría a su abuelo, aunque algo le dijera que estaba planeando algo. Guardó silencio durante el resto del viaje y este fue tan profundo que empezó a dormitar.
***
Enero 11, 1973.
–Eres un idiota, Jojo. –Decía el joven de cabello dorado, atando una cintilla a su cabeza. –Un reverendo idiota.
–Mira quién lo dice, pedazo de alcornoque. –Reclamó el tal Jojo, tratando de ajustarse el cinturón del pantalón. El rubio ahogó una risa ronca y sonrió, divertido, para luego comenzar a pasear sus dedos fuertes por las gruesas cuerdas del bajo, en un ritmo rápido y melódico.
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Don't fear The Reaper
Fanfiction¿Qué resultado tendríamos si una leyenda viviente del rock se animara a salir de su retiro para iniciar una nueva banda con jóvenes talentos? Kujo Jotaro se ve obligado a ser líder del nuevo proyecto de su abuelo, sin embargo, el escenario musical...