Capítulo 12
Como si tuviera y sintiera toda la confianza del mundo, Fernando entró a la sala y se recostó de una columna, mirando a Lety fijamente.
Lety siguió mirando el ascensor anonadada. Trató de esconder la mano para que él no lograra ver la pulserita que ya llevaba puesta. Inspiró hondo y realizó su mejor esfuerzo para mostrarse lo más natural posible. Como si ni siquiera le importara un poco que él estuviera ahí, aunque en el fondo no podía negarse que además de impresión, le pareció de lo más tierno que justo llegue cuando quería llamarlo.
Carraspeó y se giró, viéndolo cruzada de brazos
-Tu saco se lo regalé a un indigente
-No te creo
- ¿Por qué te mentiría?
-No lo sé. Tal vez estás haciendo largas para que me quede.
-Eres el tipo más engreído e idiota que he conocido alguna vez.
-Sí, me lo han dicho. ¿Tienes mi saco o no?
Lety resopló y tras lanzarle una mirada furiosa fue a su recámara. Le costaba asimilar cómo es que sentía tanto enojo con él. Era un atorrante de lo peor y le resultaba casi misión imposible tener una conversación tranquila, sin complicaciones.
Abrió su armario y tomó el saco de él. Ni siquiera lo había lavado, pero no le importó. Fue hacia él y se lo aventó.
Fernando lo tomó y lo observó con suspicacia. Detallándolo como si quisiera encontrar algún defecto del cual reclamarle.
Lety puso los ojos en blanco y de nuevo se cruzó de brazos, observando el gesto infantil de él. Al rato, se sorprendió cuando se llevó el saco a la nariz y respiró fuerte, inhalando el perfume que desprendía.
-Huele a ti -Murmuró
-No, huele a mi perfume. Es diferente
-No. Huele a ti, a tu piel -Dijo mirándola a los ojos con intensidad.
-Pues si tanto te molesta, dámelo y lo pongo a lavar -Dijo y se acercó a él, tomando el saco.
Fernando jaló el saco y la atrajo hacia él - ¿Quién dijo que me molesta?
Lety pareció tambalearse, pero no hizo el esfuerzo de apartarse. Si él sabía cómo olía su piel, no estaba mal. Después de todo, ella también reconocía ese olor tan masculino que él desencadenaba en cada movimiento brusco que hacía.
-Parece incomodarte que el saco huela a mujer
-Huele a Leticia, no a cualquier mujer. Eso está bien para mí -Murmuró y con su mano rozó delicadamente el hombro de ella
Lety trataba de pensar que era lo que hacía con exactitud ese hombre para atraerla así. Iba más allá de su olor varonil y su voz gruesa y ronca. Iba más allá de sus palabras acertadas y su mirada intensa. Iba más allá de su piel tocando la suya con tanta delicadeza y brusquedad a la vez... Tal vez todo eso mezclado, provocaba emociones. Era un hombre cualquiera, que con esas características, podía hacer sentir cosas. Así que no consideraba que era especial para ella. O al menos era lo quería creerse. Quería creer que si otro fulano le hablaba así, tan cerca, también sentiría eso que estaba sintiendo por Fernando.
-Fernando, ya recibiste tu saco ¿Por qué sigues en mi casa? -Dijo y cerró sus ojos, apartándose de él y dándose la vuelta
Ahora se quedó a la expectativa. Esperando el próximo movimiento de él. Lo mejor era que se marchara. Cada vez estaba más segura de que no lo quería en su vida porque empezaba a desorganizarla, tanto a ella como a sus planes.
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