Capítulo 8
El sonido de unos cuchicheos y la puerta hizo despertar a Tomas. Se limpió una especie de salsa regada en la comisura de sus labios y puso la televisión en silencio. Ahora escuchaba la voz de Lety en la puerta. Era evidente que no estaba sola y se levantó del mueble en silencio. Recogió unas cosas tiradas en el suelo y trató de acomodar con rapidez la sala. Apagó el tv y fue a hurtadillas a su recámara, cerrándola con llave. Sabía que su mejor amiga había traído a Fernando y por ahora, no era momento de conocerlo.
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Lety tenía una mirada de asombro y sus labios ligeramente abiertos se confundían con una sonrisa.
¿Qué pasa? -Le preguntó a Fernando, sin poder dejar de verlo con los ojos entrecerrados y una sonrisa parecida a la de él
- ¿Serías capaz de eso?
-Espera... siento que no puedo hablar después de verte así, sonriendo como ahora
Fernando pareció no haberse dado cuenta del gesto que estaba haciendo. En cuánto ella dijo eso, borró la sonrisa de su rostro y carraspeó -. No estaba sonriendo. Estaba sorprendido por lo que dijiste ¿Me traes a besos hasta tu casa y luego me dirás hasta luego?
-Quién sabe ¿Sería malo eso?
Fernando apoyó una mano de la pared y con la otra tomó la cintura de ella -No. Es más, te propongo algo -Murmuró y se acercó a hablar en susurros al cuello de ella, dando ligeros besos en medio de palabras: -Si tú me dices que no quieres estar conmigo aquí y ahora, me iré. -Lety iba a hablar pero Fernando interrumpió con una ligera mordida en su oreja: -Pero si me dices que quieres estar conmigo -Dijo con voz gruesa-, te haré mi mujer y ambos gozaremos de una exquisita noche.
Lety no se apartó de él. Ahora estaba más segura de que el hombre sabía lo que hacía y eso no estaba mal para ella. Debajo de esa actitud dura y fría, se encontraba una actitud fogosa y llena de pasión. No lo iba a negar, estaba empezando a estremecerse y todo por simples palabras.
-Eres un engreído ¿te consideras tan buena cama?
De nuevo, Fernando sonrió y cerró sus ojos, separándose un poco de ella. Las conversaciones con esa mujer le parecían sensuales y llena de sorpresas.
-No, yo no. Al terminar espero que tú me consideres así -Dijo burlón
Lety ya estaba cediendo ante esa sonrisa torcida y apenas visible. Le encantaba y ahora comenzaba a verlo más atractivo. Ya no estaba para seguir jugando, quería descubrir que tanto tenía Fernando para ofrecerle.
Se abalanzó sobre él y lo besó con desesperación.
En unos cortos segundos, ya estaban adentro del apartamento, con la cartera de ella tirada en el suelo y el saco de Fernando sobre ella.
Lety lo fue llevando entre besos y caricias hasta su habitación y cerró la puerta. Encendió la luz y trataba de ajustarla a un color tenue y apagado, propio de un encuentro romántico, mientras que Fernando la tomaba por la espalda y sus manos acariciaban el abdomen por encima del vestido rosa.
Las manos gruesas y grandes de él tocando su abdomen bajo, eran un exquisito placer para Lety. El hombre la tocaba con lentitud y entretanto, su boca se situaba en su cuello, pasando ligeros lengüetazos por el lóbulo de su oreja. Comenzaba a excitarse y a dejarse llevar por el calor que sus cuerpos provocaban.
Se giró y lo observó unos cortos segundos. Lo tomó del cuello y con lentitud se acercó a morderle el labio con fuerza.
Fernando frunció el ceño y cerró sus ojos, dejando mostrar un rostro contraído y lleno de placer.