Preludio.

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Abrí los ojos somnolienta a causa de la música que se escuchaba en mis oídos. Parpadeé varias veces para concentrarme en los pinos que pasaba a la velocidad de la luz frente a mis ojos. Al darme cuenta de cómo había dormido, mi cabello parecía tener vida propia. Maldije en voz baja varias veces mientras soltaba otros improperios. ¿En qué momento pensé que quedarme dormida cerca de la ventana era una buena idea?

Me acomodé en el asiento peinando mi cabello que ahora parecía el del Parajo Loco. Subí la vista borrosa cuando mamá me hizo señas con las manos para que la escuchara. Me quité los audífonos sintiendo un agudo dolor por haberlos tenido durante horas.

—¿En serio era necesario ir a casa de la abuela? ¿O a este pueblo en medio de la nada?

—Buenas tardes para ti también, Drey —replicó papá con sarcasmo. Le saqué la lengua y luego me crucé de brazos, bufando.

—Era necesario —respondió mamá mirando con los ojos grandes a papá, él se encogió de hombros murmurando un "ella empezó"—. Además, no teníamos a dónde ir. Deberías estar agradecida de que la señora Celia nos haya dejado quedarnos por un tiempo mientras nosotros arreglamos nuestro problema económico.

Me quedé callada un rato, hasta que de la nada solté:

—La abuela es rara —comenté mientras sacaba un chocolate de mi chaqueta, abrí la envolultura para comérmelo—, y su casa huele a popó de gato —miré por el retrovisor que papá negó, hastiado.

Era cierto, las dos cosas. La abuela era rara, siempre me pareció así desde que la conocí. Los pocos recuerdos que tenía de ella eran confusos porque estaba muy pequeña cuando la vi por primera vez, sin embargo no puedo olvidar ese olor a gato que la identifica tanto. No conocí al abuelo, murió cuando nació papá, así como mi madre biológica cuando yo nací.

Ophilia no era mi madre biológica, me crió cuando tenía tres años, justo cuando conoció a papá. Y hay veces en las que me hubiera gustado haberla conocido, he visto fotografías de papá con ella en los meses en las que estuve en su panza. De ella heredé su cabello rojo, las pecas y según mi papá su belleza, de él, ojos azules y la altura.

Un rato después me asomé de nuevo por la ventana poniendo «Can i call you tonight?» mientras disfrutaba del clima frío que tocaba mi piel. Era un tanto difícil despegarse de la ciudad, a mis amigos, mi escuela, mi comodidad. Más que todo, iba a extrañar los recuerdos. Mis padres estaban pasando por un momento difícil—ahí está el por qué de la mudanza—, la empresa en la que ellos trabajan cerró hace siete meses sin dar explicaciones, y más de mil personas se quedaron desempleados sin oportunidad de rechistar. Quedamos en la quiebra dos meses después de eso, no habían oportunidades como antes para mis padres, así que no tuvimos otra opción más que irnos por lo seguros: la abuela que no hemos visto en años, y la cual está más loca que una cabra.

Y aquí estábamos, tomando un viaje de tres días en carretera sólo para ir al pueblo de Griat.

🍃

Unas horas después, justo cuando estaba anocheciendo, una lluvia repentina nos cayó encima. Los vidrios del auto tuvieron que subirse para no mojarnos, pero con el paso del tiempo levantó un terrible vapor. Mi cabello se pegaba a mi cara por el sudor, me quité la chaqueta cuando el calor se hizo insoportable. Mi celular se había quedado sin batería mientras estaba escuchando música, ahora no tenía más nada que mirar al frente en silencio.

—Oh, gracias a los Dioses estamos llegando —pronunció papá con alivio cuando frente a nuestros ojos apareció un letrero gigante que exclama "BIENVENIDO A GRIAT. DISFRUTE SU ESTANCIA" de color azul marino con un muñeco cómico que guiñaba un ojo.

Conforme entrábamos al pueblo pude notar que había cambiado muchísimo. Si bien no estaban los hoteles cinco estrellas de la ciudad, algunos edificios si tenían su encanto. No parecía como un pueblo del lejano oeste como tanto había dicho, de hecho había mucha gente caminando por las calles a pesar de que caía llovizna. Había un parque de atracciones—lo noté por la rueda de la fortuna—, varios puestos de comida que no se veían tan mal, plazas, parques, pastelerías, boutiques.

—Te dije que no era de esos pueblos como del viejo oeste —comentó mamá con una sonrisa que correspondí.

No tardamos más de veinte minutos en acercarnos hasta el lugar donde vivía la abuela. Un lindo vecindario de mansiones grandes. Papá estacionó el auto frente a una casa gigante de dos pisos, la fachada era hermosa, el jardín estaba muy bien cuidado. Fui la última en bajar, el viento hacía que mi cabello volara en diferentes direcciones y por un segundo quise quedarme calva para no tener que soportar mi melena enredada nunca más.

Todo parecía pacífico hasta que alguien gritó con tanta euforia que me hizo pegar un brinco del susto. Giro mi cabeza hasta la entrada de la casa para ver a una señora de cabello café saltando de alegría mirándonos, en especial a mí.

—¡Hasta que por fin vienen a visitarme! —grita como si estuviéramos en la otra calle—. ¡Bienvenidos a Griat!

Y así empezaba un nuevo año para mí.

🌙

Holahola:)

Bienvenidos sean a la nueva y mejorada historia que anteriormente tenía como nombre: "La Elegida" y "Sacrificio Mortal".

Todo cambiará. Y cuando me refiero a todo, es que realmente es todo. Desde los personajes, la gramática, la forma de pensar, absolutamente todo.

Sin embargo, hay algunas cosas que se quedarán como el pequeño misterio, un pequeño romance pero mucho drama, porque sin él pa' qué vivir, ¿verdad? Hahaha.

Whatever, espero que les guste porque se vienen cosas interesantes para esta historia.

Recuerden que sí les gusta esta historia y quieren que sea conocida entonces por favorcito voten y comenten. No saben la ayudan que me hacen;)

Besitos desde la luna.

Orquídea de fuego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora