Un camino, un cómplice, un acompañante.

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Todos vamos andando por el mismo camino donde creemos encontrarnos con una gran cantidad de contratiempos obviando nuevamente que el tiempo no se detiene, que aunque decidas quedarte descansando un poco mas cada mañana, aunque permanezcas en silencio observando tu interior en busca de respuestas en una cálida tarde de confusión o tan simple como detenerse por unos 10 minutos para el disfrute de un buen café junto con las noticias del día; tú sigues andando por el camino que todos andamos aunque así no lo sientas.

Y es difícil percibir que avanzamos cuando nuestro subconsciente está atado a las necesidades y caprichos que diariamente nos distraen de nuestro único cómplice y de nuestro único acompañante a lo largo del camino por el cual todos andamos.

El tiempo; el tan frío y severo testigo de todas y cada unas de nuestras acciones está acostumbrado a emprender nuestras ideas o así mismo reprenderlas con severidad. Por tal razón; debemos mantener presente a nuestro juicio que el tiempo puede ser nuestro mejor aliado y a la vez nuestro peor contrincante en cada batalla, decisión o propósito por el cual hemos tenido la gran fortuna de ser divinamente escogidos para afrontar y andar por el camino por el cual todos y cada uno de nosotros andamos.

La esperanza; ese divino acompañante; cansado de sernos fiel, de responder a nuestros llamados de suplicas y auxilio, y de alumbrar la plena oscuridad por la cual muchas veces solemos andar en nuestro camino, es nuestra única e infinita fuente de energía que nos hace andar por el camino que todos andamos. La esperanza es ese amor eterno que una vez que te encuentres nuevamente con ella, siempre te motivara, siempre te alentara y te llenara de fuerzas para seguir adelante en momentos de confusión, preocupación y tristeza sin pedir nada a cambio. Ella; tan necesaria como el aire y agua para vivir, simplemente nunca nos abandonara; aunque muchas veces nosotros a ella sí.

Por tal razón, es imposible no avanzar mientras estemos llenos de tiempo y esperanza. Cada año, cada día, cada hora, cada segundo de tu vida es testigo de los pasos que dejan el latir de tu corazón en este camino lleno de sabores, alegrías, confusiones, llantos, lecciones pero más aun; lleno de esperanza.

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