Todos llevamos dentro el cielo y el infierno.
-Oscar Wilde
TRES
Creía que en mi interior ya no era capaz de sentir temor. Que después de todo lo vivido y haber perdido lo que me quedaba, el miedo era cosa del pasado. Pero ahí estaba Diesel Cox, mirándome como si fuera hacerme la peor de las cosas. Con sus ojos oscuros como la misma noche y su sonrisa de lado. Y por un instante, le temí.
Sentí pavor al observar con más detenimiento su rostro a través del cristal empañado, como si fuera mi culpa que él y su acompañante se hubieran pasado la roja.-Tranca la puerta -Audrey apenas logró susurrar.
Podía sentir como temblaba en el asiento junto a mí, parecía que estaba viendo al mismo demonio cara a cara. Lentamente, obedecí.
Él elevó su mano y dio tres golpecitos a la ventana con su dedo medio.-No la bajes, solo arranca. No es una buena idea hacerle frente.
-Fue su culpa -me giré para mirarla- Nuestros coches apenas se rozaron y han sido ellos quienes se pasaron la roja. Todos los demás coches lo han visto.
-Somos los únicos dos coches y a juzgar por su farol delantero colgando, fue más que un simple roce. Tengo miedo. -admite
Al mirar a mi alrededor, constato que lo que dice la pelirroja es cierto. Podría jurar que hacía apenas segundos otro vehículo venía detrás de mí. Vuelvo la mirada al frente, a su auto, si tiene un farol colgando. Mierda.
Respiro con dificultad, mi tráquea comienza a cerrarse. Aspiro con fuerza cuando mis pulmones ruegan por algo de oxígeno. Me hago de valor y bajo la ventana hasta la altura de mis ojos. Él sonríe aún más, su mano se apoya sobre el capó del Jeep mientras Audrey se encoje a mi lado.-Se han pasado la roja, par de idiotas -digo antes de dejarlo hablar.
No responde, pero se ríe como si le hubiera contado un gran chiste. Su dentadura es perfecta y blanca, una sonrisa tétrica se dibuja en su rostro.
-Vaya. No es lo que mis ojos han visto, pequeña zorra -me devuelve el insulto.
Su voz es áspera y grave, su garganta ni siquiera titubea por el frío. Observo su coche por unos instantes, un Camaro negro del 69 en gran estado. Mis manos se aferran sobre el timón y siento el cuero sobre las yemas de los dedos. Vuelvo a mirarlo y él pasa la lengua por su labio inferior.
Mantén la calma, Sam. No seas tan idiota como para pensar que puede hacerte daño dentro del Jeep, además, recuerda que ya no hay nada que dañar aquí adentro.
Lo disfruta. Le encanta ver el asiento del acompañante vibrar al compás de Audrey, muerta de terror. Casi goza de satisfacción al verla encogida e indefensa. Sabiendo que puede afectarla con solo mirarla, porque es frágil. Y de un momento a otro, ese vago espectro de temor dentro de mi se disipa.
Bajo más el cristal, el gélido viento matutino me golpea las mejillas.
-¿Además de idiota también eres ciego o tantos tatuajes temporales de goma de mascar producen problemas de visión?Esa sonrisa descarada que trae se desvanece, su mandíbula se tensa y se hace más pronunciada.
-No deberías ir por ahí sin medir las palabras que salen de esa linda boca tuya. Nunca sabes cuándo te puedes cruzar con el Diablo y faltarle el respeto.
Su rostro se había acercado tanto al otro lado del cristal que podía notar cada detalle de sus facciones. Por un momento, pienso en tomar mi celular y llamar a Mike, pero recuerdo que apenas tengo veinticuatro horas en la ciudad y no debería causarle problemas. No quiero discutir. No me importaba su auto, no me importa él o las repercusiones serias que podía traer esta situación según Audrey. Y si así era ¿Qué podría pasar?
Samantha Collins estaba más muerta que viva, no tenía nada que perder y una bala en la cabeza sería más que un generoso favor. Sólo quería seguir mi camino, hacer lo que había venido hacer, lo que le prometí a Mike que haría porque después de todo, él se lo merecía.
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INFIERNO
Action"En las calles todos conocían su nombre, decían que la ciudad era su infierno personal dónde él reinaba. Le pertenecía todo sin haber comprado nada. Incluyéndome" Ni siquiera debió preguntar su nombre, mucho menos hablarle. Pero era demasiado tarde...