Segundo Capitulo.- {continuación}
El edificio entero era patrullado por personal de seguridad. ¿Cómo habría entrado esa mujer?
- Sí - respondió por fin.
- Tengo que hablar con usted. Él levantó una ceja y la observó cuidadosamente, esperando su siguiente movimiento.
- Soy un hombre muy ocupado - respondió él mirando su reloj.
- Cinco minutos.
Estaba claro que ella había practicado sus palabras, las había cronometrado y lo podía hacer en menos tiempo. Si tenía que hacerlo.
- Concierte una cita con mi secretaria.
- Ya lo he intentado - respondió ella agitando la cabeza.
Nada de lo que ella había visto y leído en los periódicos hacían justicia a ese hombre, a su evidente aura de poder.
- No sirvió de nada - añadió ella sonriendo levemente-. Su sistema de seguridad es impenetrable.
- Pues usted ha logrado entrar en el aparcamiento - dijo él pensando que iba a tener que hacer que alguien se ocupara de eso inmediatamente.
- Por capacidad de convicción.
Una suplica desesperada basada en la verdad que le había dirigido al guardia de seguridad. Solo esperaba que eso no le costara el empleo al hombre.
Justin tuvo que reconocer que esa mujer tenía valor
-¿Y ahora espera usar eso mismo conmigo?
- ¿Y perder más tiempo? Eso logró intrigarlo.
- Dos minutos. ¿Su nombre?
- ___________. Soy la hija de Victor Smith/
Ella sabia muy bien que eso le iba a causar efecto.
La expresión de él se tensó y sus labios se apretaron lo mismo que su voz.
- No.
Era justo como ella se había esperado, pero insistió. Tenía que hacerlo.
- Me ha ofrecido dos minutos.
- Lo podría multiplicar por diez y la respuesta seguiría siendo la misma.
- Mí padre esta muriendo.
-¿Quiere mi compasión?
- Su indulgencia.
-¿Se atreve a pedirme indulgencia para un hombre que me robó varios cientos de miles de dólares?
Ella dio una patada en el suelo, de pura desesperación.
- Mi padre está hospitalizado con un tumor inoperable de cerebro. Si lo denuncia se pasará el poco tiempo de vida que le queda en la cárcel.
- No - dijo él empezando a caminar hacia los ascensores.
- Haré lo que sea - dijo ella como último recurso.
Ya le habían rechazado dos cartas y un buen montón de llamadas telefónicas.
Él se detuvo, se volvió y la recorrió con la mirada insultantemente,
- Necesitaría más de lo que creo que es usted capaz de darme - dijo.
- Usted no lo sabe.
- Si. Lo sé.
Si él se metía en los ascensores con llave, lo perdería.
- Por favor.
Justin oyó esa palabra, sintió el leve temblor de la voz de ella y siguió caminando. Llegó al ascensor y se volvió.
- Tiene un minuto para salir de este aparcamiento; sí no, haré que la detengan por allanamiento.
Él se esperaba ira, rabia, incluso un intento de atacarlo. O una bien ensayada escena de lagrimas.
Pero en vez de eso. Vió orgullo en la forma en que ella levantó la barbilla. Su boca se movió un poco cuando trató de recuperar el control que había perdido momentáneamente, como indicaba el leve rastro de humedad que se veía en sus ojos verdes.
Se le escapó una lágrima solitaria, que le corrió por la mejilla.
Un sonido electrónico anunció que había llegado el ascensor y él usó su llave para abrir la puerta; luego se metió en él y metió la llave en su ranura.
Su expresión no cambió nada.
- Treinta segundos - dijo y giró la llave.
Poco después. Justin estaba ya en su despacho. La electrónica y los ordenadores le habían hecho ganar una fortuna. Llamó a su secretaria por el intercomunicador, confirmó su agenda del día y empezó a trabajar.
Dos horas más tarde, terminó con lo que estaba haciendo y pidió el archivo Smith.
No era que necesitara que le refrescaran la memoria. Había vivido demasiado como para que algo así le afectara. Pero la imagen llorosa de una cierta castaña no lo dejaba en paz y se la quiso quitar de encima.
Victor Smith, viudo, con una hija, _________, soltera de veinticinco años, profesora. Tenía su dirección, número de teléfono, el lugar donde daba clases, sus aficiones...
Levantó una ceja.
¿Thai-boxing?
Imprimió toda la información y se metió los papeles en el bolsillo de su chaqueta.
Luego hizo una llamada telefónica.
- Consígame todo lo que pueda acerca de Victor Smith, Datos médicos y personales.
El hombre había achacado a sus deudas de juego sus continuos robos y por aquel entonces, Justin no había investigado más profundamente.
Una hora más tarde tenia las respuestas que quería. El informe médico confirmaba lo que le habla dicho su hija.
Justin imprimió el informe y lo volvió a leer en papel.
Estaba demostrado que ese hombre había usado el dinero para pagar los gastos de hospital causados por el mantenimiento de su esposa, que había sufrido un accidente de carretera que la había dejado en coma durante meses antes de morir.
Eso había sido hacía seis meses.
El hombre casi había logrado devolverlo, pero una auditoría había descubierto sus depósitos irregulares, sus intentos de pagar la deuda. Y su caída en el juego fue solo cuestión de un mes. ¿Tal vez se trató de un último intento para conseguir el dinero y reponer lo que se había llevado?
Justin se acomodó en su sillón y se quedó pensativo.
Desde allí se veía una panorámica magnífica de la bahía de Sydney, pero él no le estaba prestando atención,
Madre de Dios. ¿En que estaba pensando? El padre era un ladrón» ¿por qué debería interesarle la hija?
Porque le intrigaba, decidió. Le interesaban las relacionen humanas, la lealtad familiar. ¿Hasta dónde se extendería la de ella?
Recordó la forma orgullosa en que levantó la barbilla y como trató de contener cualquier signo de emoción, a pesar de que se le escapara esa lágrima solitaria. Y decidió averiguarlo.