Vacío

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Mi plato de comida no ha sido llenado desde hace un par de días.

La pequeña pelota roja está quieta donde la dejé por última vez, ya no siento ganas de morderla, aunque me gustaría que alguien me la arrojara, otra vez.

Lo extraño tanto, decía que me quería pero no ha vuelto. Extraños su mano sobre mi pelaje y los abrazos que me daba cuando llegaba la noche.

Ahora me siento culpable por romper la pelota con la que él y su amigo jugaban, aunque ahora que lo pienso, no estoy seguro de si los amigos chocan sus bocas.

Por la ventana de La Puerta Marrón podía ver de vez en cuando a la señora que mi amo tanto quería. Siempre estaba con algo blanco en sus manos, que pasaba por sus ojos constantemente.

Siento que el patio se va haciendo cada vez más grande, y tan vacío, sin nadie conmigo.

Siento algo raro, pero no algo bueno, me hace estar mal. Tal vez esto es lo que sienten los que son como yo, pero no tienen amo, los que veo cada vez que me sacan por La Puerta Marrón, donde no hay muros.

Luego de un rato de estar mirando la puerta, ese señor al que mi amo también quería, la abrió. Me puse de pie rápidamente y lo miré, él también lo hizo, pero no hacia eso que hacen cuando están felices, cuando muestran sus dientes.

Pensaba que volverían esos momentos, cuando los cuatro estábamos juntos y todos mostraban sus dientes.

Mi cola se movía rápidamente de arriba abajo y parecía que ese vacío se iba llenando. Pero el sólo cerró la puerta.

Algo blanco a lo que mi amo llamaba "nieve" empezó a caer del cielo otra vez. Eso, con lo que se podía hacer grandes pelotas que se rompían fácilmente.

Fue la segunda vez que abrieron La Puerta Marrón desde hace unos días.

Aquel señor me metió dentro de la casa y luego de unos minutos, vi como esa señora entraba al cuarto de donde salían deliciosos alimentos con los cuales mi amo me compartía por debajo de la mesa. Salió con un plato de comida, dirigiéndose a mí. Antes de que lo pusiera en el suelo, yo ya lo estaba devorando. Tenía tanta hambre

Ella pasó su mano por mi pelaje y se alejó.

Me sentí mal por lo poco que duró aquello, aunque disfruté cada segundo.

La última vez que vi a mi amo también fue la última vez que me acarició. Fue esa vez en la que salía agua de sus ojos y hacia leves ruiditos. Odiaba verlo así, tanto que me alejaba para no seguir viéndolo así de mal.

Pasé la noche al lado de esa caja con la que no tenía frio si me acercaba a ella. Un ruido fue lo que me despertó y alcé mis orejas para oír mejor.

Era esa señora otra vez.

Bajó en silencio las escaleras y se paró al frente de ese gran mueble que sostenía cosas. Tenía una flor en sus manos, una flor roja. Hacia ruiditos y agua salía de sus ojos. Una foto de mi amo estaba al frente de ella, la cual miraba con tristeza. Recuerdo lo que dijo, y ha estado resonando en mi cabeza desde entonces.

—Hans ¿Por qué lo hiciste?

Dejó la flor roja al lado de la foto.

¿Por qué dijo eso?

¿Qué hizo mi amo?

¿Dónde está?

Los siguientes días no cambiaron, ellos solo salían para darme alimentos.

Me sentía vacío igual, aunque comiera, como si hubiera algo más para alimentar dentro de mí pero no podía ser llenado con comida.

La pelota roja seguía quieta en su lugar. Todo era silencio excepto por los ruidos que venían de afuera del patio. Donde no hay muros. Donde quisiera ir si lo único que me queda es este silencio.

Oh amo, como desearía que estuvieras aquí. Con esa señora y ese señor, mostrando tus dientes.

¿Por qué no estás aquí? ¿Qué fue lo que hiciste?

Ya no tengo ni idea de que hacer más que esperar a que La Puerta Marrón se abra de nuevo.

¿Qué se supone que se hace ahora?

Cuando sabes cómo llenar ese vacío que sientes pero el alimento que se necesita para llenarlo no está a tu alcance.

Cuando no puedes liberarte de la desesperanza que abarca todo tu ser, como si no pudieras escapar de un agujero del que caíste.

Cuando ya no muestras ni ves dientes.

Cuando los días empiezan a durar a penas un segundo y ya no se sabe que hacer más que estar aquí.

¿Qué se hace?

Alguien dígamelo.

Por favor.

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