¿Esto es amor?

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"Buenos días, preciosa. Espero tengas un hermoso día. Te quiero."

Entonces mi frustración comienza a hacerse presente otra vez. Le contesto, como de costumbre, con una respuesta del mismo modo, como si todo estuviera normal, como si no me afectara en nada. Entonces recibo otro mensaje.

"¿Qué harás este fin de semana? ¿Quieres quedarte en casa?"

Lo pienso. Mentira. Ni siquiera pienso en pensarlo. Para esa propuesta no había nada que pensar.

**

-¡Atención, todo el mundo! ¡A llegado la reina, la que todos esperaban! ¡Señoras y Señores! Con ustedes: ¡Mi alma gemela, mi otra mitad! -Con sus pies descalzos corría y saltaba, arruinando cualquier paso de baile que existiera. Tenia un altavoz y su cabello saltaba y se revolcaba dejando un buen trabajo para después. No podía aguantar más la risa. Me dolían los órganos de tanto reír. Llevaba aproximadamente diez minutos gritándole a nadie, pues estábamos solas en la casa.

Luego de reír y tomar aire, se calmó y nos dirigimos a la cocina.

-¿Desea beber algo, dama? -Levantó sus cejas descaradamente.

-¿Qué me puede ofrecer? -Le seguí el juego.

-Veamos. -Caminó sensualmente hacia el refrigerador, sacando varios tipos de licores. -¿Cuál te gustaría más? -Me mostró varios.

-Sorpréndeme. -Levanté mis cejas de la misma manera que ella anteriormente.

-Bueno, estamos solas. ¿Quieres algo de compañía? -Dijo mientras guardaba los que no serían necesarios.

-Eso no es una pregunta. -Le contesté pícara. Un par de hombres no estarían nada mal aquí.

No tardaron tanto. Quizás unos veinte minutos, que fueron suficientes para guardar todo lo que estaba fuera de lugar y prepararnos para una noche interesante.

-¡Llegamos! -Escuché la voz de mi mejor amigo entrar.

-¡Armando! -Grité y corrí hasta él para lanzarme en sus brazos y formar un abrazo. Hace meses que no lo veía. Me correspondió y luego se separó para presentarme a uno de sus amigos.

-Él es Sebastián. -Dijo señalándolo.

-Mucho gusto. -Dije amablemente sonriendo. Alanna no tardó en llegar y saludar también.

-El gusto es mío. -Dijo luego de unos segundos.

Había que admitir que el chico estaba guapo, osea, ¡wow! Piel bronceada, ojos claros... ¡wow!

*

-Ya estamos listos. ¿Ustedes están listas? -Preguntó Armando. Ambas contestamos al unísono con un "Sí" y la botella comenzó a girar. -Emily, es tu turno. ¿Reto o verdad? -Mierda. No quería ser la primera.

-Reto. -Todos se miraron traviesos. Uh-oh.

-Blusa arriba, Alanna. -Dijo Armando.

-Pero el reto no es para mi. -Se quejó.

-Blusa arriba, Alanna. -Repitió. -Y acuéstate en el suelo. - No entendía lo que estaba pasando. Podía jurar que todos escuchaban a mi corazón queriendo salir de mi pecho. Y aun así, Alanna hizo caso. -Bien. -Armando hizo una pequeña montañita de sal, un poco más arriba del ombligo de Alanna. Ya sabia lo que iba a hacer y, maldita sea, eso era demasiado caliente. Hizo un camino de tequila que subía hasta la boca del estomago de esta y en el pecho había esparcido limón. Cuando terminó, me miró con una inmensa sonrisa en su rostro. Por supuesto, ellos iban a disfrutar esto. -Cuando gustes.

Demasiado confundida. |OS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora