La Chica del Cafe Negro

Final

Suavemente ella abrió la puerta y salió del baño, escondiendo el cuchillo detrás de ella.

"Terminaste?" preguntó el chico al verla. Bajo su cuaderno que estaba viendo y se le acercó un poco.

"No había forma de arreglarlo" ella respondió encogiendo los hombros buscando con la mano libre la mesa por fuerza.

"De verdad lo siento" el volvió a repetir volteándose y empezó a buscar algo en una mochila que estaba recostada en la esquina de la mesa.

Ahí ella cerró los ojos con toda su fuerza y apretó el mango del cuchillo e inhalo fuertemente. Abrió los ojos y salto hacia la espalda de él, con la mano del chuchillo focalizado en su cuello. Él se movió rápidamente al sentir el metal hacer contacto con su piel, abriéndola y al cuchillo ser quitado sangre empezó a salir. Ella cayó de espaldas al suelo, ojos fijos en la punta enrojecida del cuchillo, tomando respiros cortos y turbulentos. El cayo de rodillas, una mano sosteniendo su peso mientras la otra cubría su cuello cortado.

"¿¡Que haces!?" El grito y así ella salió de su trance. Rápidamente ella se paró volviéndose a tirar encima de él y con toda su fuerza bajo el cuchillo apuntando a las costillas. Con un grito él se voltio, un brazo golpeando la cara de ella enviándola a volar. Empezó a gatear, dejando un sendero de sangre después de él. Moviendo su cabeza ella se volvió a parar corriendo hacia el con determinación. Al alcanzarlo, le empezó a patear en la cabeza y estomago haciendo que el cayera de espaldas. De inmediato ella se colocó encima de él, una pierna sosteniéndola sobre el estomago, la otra pierna pisando una muñeca y una mano soteniendo otra muñeca. El cuchillo estaba siendo presionado suavemente contra su garganta y ahí ella se dio cuenta de lo que iba hacer. El estaba tosiendo sangre, moretones ya apareciéndose en su cara y boca abierta tomando aires profundos.

"Por favor no lo hagas" él le suplico y ella sintió como sus mejillas empezaron mojarse y se dio cuenta que ella estaba llorando.

"Perdón" ella susurró justo antes de terminar de presionar el cuchillo.

Ella cayo al lado del cuerpo ahora muerto, contemplándolo. Suavizó su agarre en el mango dejando que se cayera al suelo. Con pequeños y callados lloriqueos y respiraciones temblorosas, ella sintió vibraciones del celular en el bolsillo en su chaqueta y cerró los ojos. Porque en ese momento supo que su vida había cambiado para siempre y que ese no iba a ser el último chico que ella mataría.