Mi amor hacia Macri y el de él hacia mí(Capítulo 2).

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 Nos encontrábamos a escondidas en un bar de la villa 31, él estaba con una gorra negra  y una túnica del mismo color algo desgastada para que no se notara la diferencia al no pertenecer allí, y por su puesto,  estaba tapado con ella para que nadie supiera que el mismo presidente de la República Argentina estaba conmigo, una chica de simplemente 16 años. Mientras tanto, yo estaba llevando ÁlTÁaZ YÁNNnTaÁz nÁíÍC, una campera de color fucsia con rayitas blancas en los brazos y un joggin de color azul.

 Ambos pedimos una malteada de frutilla, sé que el pidió lo mismo porque me ama y porque soy perfecta y quiere ser como yo, toda una diva. Tomábamos del mismo vaso de plástico con distintos sorbetes, el de él era amarillo y el mío azul, los dos éramos de Boca. Una mesa nos dividía, pero eso no impediría el agarre de nuestras manos. Charlábamos de nuestras vidas, le preguntaba a quien privatizó hoy, y me dijo lo siguiente: ''Acabo de privatizar tu corazón''. Fue una frase que me quedó grabada en la mente y creo que no me la podré quitar jamás. Aparté la malteada hacia la derecha, le tomé su otra mano y entrelazamos nuestros dedos. Tuve que levantar el cuerpo hacia arriba por la mesa que se interponía entre los dos, y en aquel acto, lo besé con todo mi entusiasmo, con todo el fuego interior que tenía guardado adentro por tantos días, no me contuve. Estuvimos de esa forma demostrándonos nuestro mútuo amor por unos minutos hasta que él se levantó de su banco y yo del mío. Miró hacia los lados para asegurarse de que no hayan interrupciones, y pasó su cálido brazo alrededor de mi cintura, tomándome el mentón con su otra mano para levantarmelo y darme otro tierno beso, en aquella acción hubo un pequeño error... a él se le cayó el gorro que cubría la gran parte de su cabeza, en ello, la gente que estaba sentada tranquila merendando, empezó a verlo y al mismo tiempo levantarse.

 Que horror cuando recuerdo eso. La gente empezó a fotografiarnos en aquella ''posición''. Me soltó del mentón y me agarró de la mano para empezar a correr. Rompió la puerta del pequeño bar con una fuerte patada y seguimos corriendo sin detenernos. Veíamos como un montón de personas tenían palos en sus manos y nos perseguían casi a nuestra misma velocidad, gritando ''AhÚMeénTaA  éEÉl sSúéldDÓ GááTtóOH'', ''Té BóÍ a ÁcEer BóLHéTTAÁH'', ''PrÍBáTÍZáMéEÉ éStáaáAh''.

 No me importó mucho aquellos comentarios, yo seguí corriendo junto a él, feliz. Era como una aventura con el amor de mi vida, o más específicamente, una escapada de novios.


Macri y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora