Maldito mentiroso. (Capítulo 4)

854 52 15
                                    

  Enojada, frustrada, decepcionada y angustiada, tenía la piedra en mis manos, mirando la escenita de ellos, la maldita escenita de ¿"Wada"? o como se llame la zorra esa, con MI Macri.

  -¿QUIÉN ES ESA?-.Dije enojada, con un tono de voz muy elevado. Hice que la delgada esa me mirara algo exaltada, y la nena que estaba en brazos de su "padre" se separara de él.

-MAURICIO, DECIME QUIEN ES ESA, YA-.Repetí con desesperación, mis ojos empezaron a nublarse por la aparición de lagrimas.

-Y-Yo... -.Macri se ponía nervioso, me miraba a mí y luego a su rubia hija, que lo miraba feliz.

 Él no hablaba, nadie lo hacía, NADIE me daba respuestas, y yo no tolero que no me las den.
Mirando a Macri con cierto odio al nunca haberme dicho algo sobre lo que pensaba, sin arrepentirme de lo que iba a hacer, le lanzo con bastante fuerza la piedra que medía lo mismo que mi mano. Vi que la piedra le dio en la sien. El impacto fue tan fuerte que con un hilo de sangre bajando por todo el lado de su rostro, lo dejó inconsciente.
  La hija gritó "PAPÁ" al ver a Mauricio en ese estado de vulnerabilidad, y fue en ese entonces que vi el rostro de esa perra. Esa expresión de desesperación.
  Disfruté por unos segundos esa escena, respiré con placer, mi cerebro sacaba fotografías mentales, me iban a quedar por siempre. Y ahí, fue cuando vi a aquellos hombres vestidos de negro con anteojos empezar a correr hacia mí, eran como diez.
  Me di cuenta unos segundos tarde, pero alcancé a correr con todo lo que pude. Corrí, y corrí.  Empecé a agitarme. Esquivaba cada obstáculo de las calles, la gente que paseaba por ellas se detenía a mirarme, y seguramente, también a mirar a todas las personas que tenía atrás.
Mi mente comenzó a sudar, mis axilas las sentía directamente mojadas, parecían una fuente de chivo, pero eso no me detuvo. A pesar del olor, y el dolor de enterarme que la persona que amaba ya tenía una familia, yo no pensaba parar.
  Mi mente de vez en cuando se distraía, me graficaba los hermosos momentos que compartí con Macri, provocando que mis ojos nublados tengan una vista plena, pues mis lagrimas comenzaron a recorrer mi rostro.

 Así fue como corría y lloraba, hasta que todo se volvió completamente oscuro. No veía absolutamente nada.

Macri y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora