Aveces las personas crean otros mundos para escapar lejos del suyo propio. A veces no son mundos, sino que son voces, imágenes o incluso olores sacados de su imaginación. Pero este no es en absoluto el caso de Amy Blake. Pese a que en un principio llega a plantearse ella misma sobre su estado mental, no tarda en descubrir que la fuente de sus presuntas imaginaciones, es real, de carne y hueso, y está tan vivo como ella.