El día se aparecía poco a poco por la cortina de su ventana. Eliza no quería despertar, aún tenía dolor de pies por el baile de anoche y una cierta sensación de culpa que le aplastaba el pecho y le hacía rugir el estomago.
Puso su brazo sobre su cara tapando sus ojos. Y con la voz cansada dijo:—No puedo creer aún que haya hecho eso anoche. Espero poder arreglar todo esto.
Se levantó un poco antes que el despertador suene, lo apagó y entre pasos lentos y cortos se dirigió a su baño.
Se miró al espejo y vio un moretón en su brazo izquierdo.
—¿Qué pasó anoche? No recuerdo haber peleado.
Se lavó la cara, tomó su celular y encontró un mensaje. Era Andrés.
—Espero ya estés bien cuando leas esto y que no hayas llevado a la cama a ese tipo con el que te vi. Intenté que vinieras conmigo, tomé de tu mano y te llevé hacia la salida mientras te rehusabas a irte y gritabas que te deje en paz. Se acercó él y tomándote fuertemente del brazo me dijo que te suelte y tu pedías lo mismo.
Tal vez ya viste el moretón que te dejó ahí. Debiste venir conmigo aunque entendí que no querías y me lo hiciste saber con una cachetada.
Lo lamento. "El amor es un puente y un puente no se sostiene de un solo lado."Eliza se tomó la cara y con un respiro muy profundo se decía entre ella lo estúpida que fue al haber dejado que pasara todo eso.
A unos cuantos kilómetros de ella estaba Andrés tirado en la cama. Se había levantado un poco temprano para revisar si Eliza leyó su mensaje. Necesitaba saber cómo estaba, pero ella no había respondido.
Se levantó de la cama, miró su teléfono nuevamente. —¿Cómo es posible ganarse el odio de quien más amas?– se preguntó.
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Eliza.
Teen FictionAndrés y Eliza, dos jóvenes viviendo una historia de amor en dos caminos distintos. Uno de ellos locamente enamorado y el otro fingiendo un amor que no siente. En el transcurso entenderán que no debieron cerrar el candado y tirar la llave al mar. O...