Bienvenidos a Cartago

457 22 43
                                    


Pasando las altas piedras de basalto negro, se abre un camino improvisado entre los escombros de los edificios derrumbados. El cielo amanece teñido de rojo y dorado, pero el sol nunca está a la vista: lo tapan nubes de polvo que se debaten frenéticamente por encima de nuestras cabezas, a la velocidad de una tormenta de arena sin fin. 

A medida que avanzamos algunos rayos logran colarse lo suficiente como para iluminar un espectáculo horroroso. Adelante nuestro, no muy lejos, un edificio se está desmoronando. Recién entonces lo escuchamos: un estruendo infernal. Después, la confusión. Estas nubes de arena envuelven la construcción y la arrastran hacia arriba. Vemos pasar sobre nuestras cabezas los restos del edificio, inmersos en una tempestad de polvo y vértigo. 

El camino nos lleva hacia el lugar de este llamativo "derrumbe". Solo queda una pared en pie. En los azulejos rotos vemos pintado un graffiti que dice "¿DONDE ESTÁN TUS MUERTOS?" en aerosol negro. Debajo, también en aerosol, un símbolo circular. Una serpiente que muerde su propia cola. 

Caminamos, no sé, una hora más. Es difícil mantener la noción del tiempo. Por el sendero vemos rastros del paso de personas. Más que nada, basura. Algunas pisadas. Un retazo de tela impregnado de nafta, bolsas de plástico, botellas aplastadas. Un televisor roto. Otro. Después de la curva, más. Al parecer, están en fila a la vera del camino. Decenas de televisores.

Se prenden todos al mismo tiempo y reproducen la misma imagen, entre cristales estrellados y estática. Es un hombre adulto. Mira de frente. Parece cansado, los ojos vidriosos, la boca desencajada. Está hablando. El viento se detiene y crece un ulular como una sintonía. Todos escuchamos claramente:

"Esta es una señal de emergencia. Llamamos a todos los humanos a presentarse al Ministerio de los Despojos lo antes posible. Serán atendidos y se les brindará comida y bebida. Esta es una señal de emergencia. Llamamos a todos…" 

El viento vuelve a arreciar y ya solo se pueden escuchar algunas palabras sueltas, "atendidos", "humanos", "despojos". Los televisores se apagan al unísono. Delante, el sendero sigue hasta un cráter y se adentra en las profundidades de la tierra.

UroborosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora