Miedo

II

Anoche volví a beber, para olvidarme de ti, pensaba que así hoy sería más fácil llegar allí.
A mi primer día de trabajo después de años oculto por las faldas de mi madre. ¿ Y qué?
Nunca pude ser normal, ni en el instituto ni en la universidad ¿ Y qué decir del trabajo? Jamás tuve uno.
No porque no quisiera, juro que al principio ponía de mi parte, pero luego los años fueron pasando, me hacía más viejo, las ganas de vivir iban desapareciendo conforme las arrugas se apoderaban de mi cuerpo.

Mi madre la pobre divorciada, se ocupaba de mi. Dos trabajos llevaba a cuestas, a penas descansaba y claro está todo por mi culpa, por no haber avanzado en la vida.
Ella nunca lloró, ni una lágrima se desprendió de su rostro . Ni un sollozo ni un quejido, siempre la vi fuerte hasta que el cáncer la consumió a sus sesenta años de edad.
Así que aquí estoy yo, por tercera vez me apunto con la pistola a la cabeza intentando suicidarme pero no puedo, soy tan inútil que ni eso consigo hacer.
Supongo que no me queda de otra que enfrentarme por una maldita vez a mis miedos. Aunque no se ni por dónde empezar, tengo que pagar las facturas atrasadas de años en los que ya no había ingresos porque los únicos eran los de mi pobre madre.
Durante los dos primeros años viví en mi casa encerrado a oscuras, viví como un vagabundo, al menos con cobijo.
Ya no me queda de otra, tengo que salir de ésta. Tengo que hacerlo al menos por ella.
Te quiero mamá allí donde estés. Dame fuerzas para poder salir de casa.
Porque estoy apunto de abrir la puerta por primera vez después de veinte años de cautiverio.