Un visitante

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"¿Cuándo vendrá alguien?" suspiró la chica atravesando todas las salas del templo, hace ya 203 años que soy un fantasma calavera, me convertí en esto por aventurarme a un templo prohibido, y aún sabiéndolo que debía hacerlo conseguí adentrarme bastante en su interior, pero empecé a sentirme extraña y rodeada por un humo morado, mi piel se volvió blanca, mi cabello se oscurecó volviéndose verdoso, mi cuerpo se desvaneció y empecé a flotar,  volviéndome un fantasma y quedando atrapada allí por eones. MI vida en el templo no es tan mal, el jefe del templo me asignó una sala y la tarea de perder a todo el que entrase en el templo, era un trabajo muy fácil, ya que nadie entraba en el templo por miedo y el que entraba en el templo nunca llegaba a mi sala porque moría en el intento.


Hace varios días corren rumores que hay alguien merodeando por los alrededores del templo, la pena era que no podía salir de allí para verlo, hacía 2 siglos que no veía a un humano, y gracias a la maldición ella seguía con su aspecto de 17 años. Se paseaba por todo el templo atravesando las paredes hasta que se topó con una bolita de luz

¡AAAH!-salió volando por donde vino-

La bolita se había ganado su curiosidad, a lo mejor viene con el humano curioso, así que salió flotando en su busca hasta la salida, se quedó mirando el paisaje que podía ver a lo lejos, era precioso el paisaje blanco, pero ella no podía sentir ni el frío ni el viento que movía las vendas que la formaban, a lo lejos vió una sombra acercándose y corrió a su sala a esperar.

Li-link, he visto, un fantasma -la hadita temblaba-

Navi, eres una cobarde -dejó a Epona quieta cerca de la entrada del templo por si acaso, entró con espada y escudo en mano. Empezó a investigar el templo a fondo, mientras la ente flotaba nerviosa al ver que la alarma del templo se disparó dando a entender que el chico estaba cerca de su planta. La puerta se abrió dejando ver a un chico alto rubio, junto a la bolita de luz.-

¡ES ELLA! -la señaló-

¿Ah si? -empuño la espada-

Y-yo,n-no -le lancé unas bolas de fuego por miedo a que me hiciera daño-

-Las esquivó con facilidad y fue a por el monstruo-

-Las lágrimas se le saltaron y salió a través de la puerta hacia la sala final, sabía que iba a morir a manos del rubio o del jefe por huir-

¿Ha huido, asustada? -el rubio envainó su espada confuso y corrió a la siguiente sala para quedarse sorprendido. La fantasma estaba arrodillada llorando delante de un monstruo gigante, sin importarle que le iba a hacer daño. No puedo evitarlo y corrió a protegerla con la espada-

¿E-eh? -confusa se echó hacia atrás al ver que la bolita la atravesaba varias veces-

Link -gritó Navi-

Tranquila -le dedicó una sonrisa y empezó a pelear con el jefe, le costó bastante matarlo, pero lo consiguió restaurando otro templo- Listo -miró a Navi y a la chica-

-Ella empezó a ser envuelta por un humo morado, su melena volvió a ser marrón café y sus ojos cambiaron de blancos a un tono caramelo, su cuerpo volvió a ser físico, se miró las manos temblorosa-

¿Estás bien? -el héroe se acercó a ella-

-NO hizo nada, era un humano y gracias a él ella también volvía a ser otro, se intentó poner de pie cayendo de rodillas-

-Navi se acercó a tocarla- Es de verdad

-Ella la atrapó con la manos y la agitó varias veces-

¡PARA ME MAREO! -el hada suplicaba que la soltara-

-La soltó mirando al chico- Ha-hay que ir-irse

-Se sorprendió de que le hablase- Por?

El, templo se cae

¿Eh? -no lo entendió-

Link que se derrumba el templo -jaló del gorro al héroe para irse-

Espera -cogió a la chica y se la llevó a la luz azul para teletrasportarse a la salida-

¡Porqué te la llevas, es un monstruo! -el hada se irritó-

¡Porque no voy a dejarla morir, además no creo que sea un monstruo no se desvaneció, al restaurar el templo! -la subió a Epona y después se subió él, la dejó delante por si se caía evitarlo- Vamos -la yegua empezó a correr todo lo que pudo y a lo lejos se veía como el templo y sus alrededores se empezaban a derrumbar-

Tras  un buen trayecto llegaron a un pequeño pueblecito en la frontera, este paisaje era diferente, era uno floreado y de colores vivos, lo cual tenía a la chica embobada mirándolo todo. El chico la llevó a su cabaña cerca pero a la vez lejos de todo.

Bien, para aquí Epona -la yegua obedeció- ¿Bueno ahora dime quién eres?


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