1 - Pudimos haberlo tenido todo.

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Octubre, 2012.

Por el tiempo que llevo viviendo y en experiencia, debo aceptar que hay personas que se topan en tu camino para enseñarte a veces de la peor manera, pero al fin y al cabo, te enseñan y eso queda allí contigo, no será el fin pero si se sentirá como si lo fuera.. Por supuesto, vendrán otros amores, se harán promesas, compartirán momentos, incluso podrás terminar al lado de otra persona, probablemente. Lo más jodido y violentamente hermoso de la primera vez que te enamoras es la entrega que le das a esa primera persona, la inocencia de creer que todo empieza y termina allí con ella, la parte que jamás entregaste de ti y se lo ofreciste a esa persona, jamás estará de vuelta, será de ella por siempre. Alguien unos años atrás me relataba su historia con su persona y yo decía bufando: Tonterías, estupideces, clichés. Heme aquí, encontré a mi persona, le pertenecí en cuerpo, alma y corazón, le dí aquello que no sabía que había guardado desde que nací, hasta que ya no lo tuve, fueron mis mejores y peores días, no siempre eran buenos, mentiría si diría si algunas veces no quise matarla, muchas veces fue mi cielo, otras veces más fue mi infierno, pero aún así esperaba el día siguiente para amarla de una nueva forma, diferente al anterior, evitando la monotonía.. pero a veces el tiempo, la distancia, la monotonía, los celos, terceros, a veces ellos no son en el enemigo. De repente, sucede, se acaba, quedas perdida y con una pila de preguntas que no van a ser respondidas, que quisieras preguntar, pero.. ¿valdrá la pena preguntar cuando se acabo? ¿Y si las respuestas no son las que tu esperas? Entonces callas. Tus días van a cambiar radicalmente porque ella no va a estar mas, porque ella formaba parte de mis días, era casi tan esencial como el sol y luna, ¿qué va a pasar ahora? Apuesto que nunca me plantee esto cuando me enamoré, yo creí que ella estaría conmigo siempre, compartiendo una sonrisa idiota, una risa, una canción, una emoción, una comida, un festivo, yo creí que la vería una y otra vez en mi cama, despeinada, con los labios entreabiertos casi sonriendo involuntariamente mientras soñaba vaya yo a saber qué, yo creí que tendría la oportunidad de hincarme ante ella y sacarle un zafiro -nunca tan hermoso ni valioso como ella- y seriamos ella y yo contra el mundo, yo la veía en mi futuro, la veía portando mi apellido, la veía de mi mano sintiéndome la persona con más suerte, yo veía una casa llena de niños, gatos, quizás un perro, incluso un cerdo, yo la veía a mi lado armando un árbol de navidad, nos veía cumpliendo el sueño épico de un beso bajo la lluvia, me planteaba cada día hacerle amor, recordarle que era mía, dedicarle una canción que había encontrado mientras navegaba en la internet o que había sonado en la radio, yo me veía a mi frente a ella preguntándole cosas que debía saber ya en este estado de enamoramiento pero que no pregunté porque me distraía en ella, yo nos veía discutiendo, ella retándome con la mirada, diciéndome lo tonta que era y me veía aceptándole que era un tonta, pero era su tonta, eso la enfadaría, quizás la alegraría, y yo me veía enloqueciéndome porque a veces ella me dejaba sin armas. Yo me veía e iba atrás, cuando todo comenzó, cuando construimos una amistad, cuando conocí su lado fuerte, su lado luchador, su lado oscuro y también su lado lleno de luz que guardaba para ella, la calidez, la ternura que me hacía sonreír idiotamente, esa misma que aparecía cuando le contaba a mis amistades de ella, en ese entonces nadie me creía que me había enamorado. Yo me vi también bebiendo porque no soportaba las presiones de los días pesados, me veía buscando mi móvil, me veía escribiendo en mi móvil lo que para mi en ese momento eran poemas de amor, y que solo al día siguiente aceptaba con vergüenza que eran solo incoherencias. Yo nos veía cuando uno de las das se enfermaba y no quería ir a la cama por necedad, por quedarse hablando con la otra persona, yo también me veía cuando los celos me carcomían y no sabía que hacer, confundida entre la línea de amistad y relación, ¿era mía? ¿me pertenecía? Lo desconocía, pero llevaba claro que el hecho de perderla, que alguien más le robará un suspiro, una sonrisa, su atención, un tan minúsculo detalle de ella me mataba, yo me veía en mi habitación cantando nuestras canciones; Hotel California, Ever Enough y Summertime sadness, y tiempo después los pinchazos tras los ojos empezaban a amenazar con salir, me veía también en días donde podía jurar que dejaba la mano en mi pecho porque el corazón parecía querer salirse y estallar de tanto amor por ella, días parecidos eran cuando nos alejábamos, los días eran eternos y las noches frías, y el pecho.. ay caray, en el pecho sentía algo romperse lento y agónicamente, yo me veía recordándole después de una década, quizás en matrimonio, comprometidas, o en una unión libre, (en realidad apuesto la del matrimonio, es o era mi sueño) yo me veía recordándole cuando nos conocimos, cuando me gusto, me veía atolondrándome sin poder explicarle porqué entre miles de personas la había escogido a ella, porqué me había gustado, yo me veía recordándole que éramos adultas ya, en una nueva era, que ya no eramos la moda, las jóvenes, pero que aún seguía sintiendo esa extraña sensación de animales voladores en mi estomago, que no era hambre, y si lo era, seria hambre de ella, porque aún después de todo los años, yo seguía sin saciarme de ella, yo me veía en un pasado, con un nudo terrible en la garganta, con las manos sudadas y mirando a mi familia, contándole de mi amor, de mi chica, de la razón por la cual me decían que sonreía estúpidamente.

Fue una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora