Here

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Los tres golpes en la puerta de entrada, exactamente once minutos después de su mensaje dónde avisó que estaba en camino, me obligan a ponerme de pie y alejarme de la seguridad imaginaria en la que me había envuelto en el sofá. Respiro profundo y limpio en el pantalón la saliva que tengo en los dedos por haber estado mordiendo mis uñas. Mi mano tiembla cuando tomo el picaporte, el corazón golpea con fuerza en mi pecho cuando abro la puerta y nuestros ojos se encuentran.

El cabello escapándose de la gorra rosa que tiene en la cabeza, el cubrebocas negro, la sudadera del mismo rosado, los jeans desgastados y las zapatillas blancas, todo él, la imagen que tengo frente a mi, cualquier otro día me habría traído una sonrisa a la cara, lo habría llamado apuesto y hasta le habría dado una nalgada, ganándome un reproche mezclado con risa de su parte. Pero hoy parece entrar cómo espinas a mis ojos.

- Hola – su voz se escucha grave y puedo decir por su mirada, lo único que puedo ver, que la seriedad ocupa cada rasgo de su rostro en este momento.

Asiento, incapaz de hablar cuando todavía estoy recuperándome del ataque visual y me hago a un lado, dejándolo entrar antes de cerrar la puerta. Se queda de pie a pocos pasos de mí, junto al sofá, lo observo recorrer el apartamento con la mirada y me pregunto si está guardando la imagen en su memoria. Aclaro la garganta, llamando su atención aunque lo que menos quiero es que sus ojos estén sobre mí durante más de lo necesario, porque se daría cuenta de las bolsas bajo mis ojos, de lo rojo que están por haber llorado, se daría cuenta de que mi cabello es un desastre y de que hace días que no salgo de casa.

- Iré por tus cosas.

No espero que responda y paso a su lado, con cuidado de no rozarlo, en dirección a la habitación. Mis piernas tiemblan tanto mientras camino por el pasillo que cuando llego al marco de la puerta necesito sostenerme por unos segundos antes de poder dar los pasos que me separan de la cama, dónde está la caja con sus pertenencias. La agarro y se siente pesada en mis manos aunque el único peso que realmente tienen las cosas que hay dentro, es el del valor sentimental que portan.

La caja por poco termina en el suelo cuando me giro para volver a la sala y lo encuentro de pie con el rostro ahora descubierto, apoyado en la pared, junto al marco de la puerta. Nuevamente sus ojos vagan alrededor y ésta vez se detienen en el panel sobre el escritorio dónde ahora sólo hay fotografías en las que aparezco junto a mi familia y amigos. Todas las fotos dónde estamos los dos, él y yo, están en otra caja aún más pesada, en lo profundo de mi armario.

Hace una mueca que no puedo descifrar qué significa y mete las manos en los bolsillos de la sudadera.

- ¿Eso es todo? - sus ojos brillan y asiento, sintiendo el nudo en mi garganta tensarse con cada segundo que pasa. - ¿Puedo ver?

Toma la caja de mis manos y se sienta en la punta de la cama, cerca de donde estoy. Clavo las uñas en la palma de las manos, intentando desviar mi atención de el ardor en mis ojos al dolor en la piel hundida.

Acomoda, lo que podría considerarse una cápsula de tiempo de nuestra relación, sobre sus piernas y quita la tapa, dejándola junto a sus pies. Saca una por una las camisetas que guardé antes de que llegara y las deja perfectamente dobladas a su lado. Me deja ver la gorra negra que había dentro y sonríe cuando la inspecciona, cómo si tuviera cosas escritas en ella.

- ¿Recuerdas ese día que me tomaste la mano y comenzaste a correr en el centro comercial para alejarnos de un grupo de ARMYs que nos había rodeado?

Las palabras y el recuerdo duelen, todavía es demasiado pronto para pensar en las cosas que vivimos juntos sin querer llorar. Ni siquiera sé si será posible algún día pensar en él sin extrañarlo. No respondo y deja la gorra a un lado, sus rasgos vuelven a tensarse cuando encuentra algo en la caja y sus ojos se clavan en el dije de piedra blanca que cuelga del collar que acaba de levantar a la altura de su rostro.

Here [Kim Seok Jin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora