Capítulo 18.- La recompensa.-

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Hace unas semanas atrás. En algún lugar de Londres. En el pleno nacimiento de un anochecer otoñal.

La larga mesa dividía el gran salón, que se conformaba por unos ventanales que reflejaban la oscuridad, negro azabache, de la noche. Se podía sentir la presión, podías sentir las manos de Cinthya hechas agua. Podías sentir el cascabeleo de la mandibula de Karen. Por el otro lado de la mesa, se encontraba un señor partiendo su bistec, primero con un tenedor, ya que la carne era muy suave, y luego con un cuchillo. Lo único que se escuchaba, con trabajo, en el salón era el suave golpeteo de los cubiertos con el plato. Nadie, de las chicas, se atrevía hablar.

El señor lentamente levantó su semblante, dejándo ver su cara tosca, un bigote cubría parte de su labio inferior y sus ojos, grises como el humo de una chimenea, se escondian atrás de sus cejas. Lo único apreciable del señor era su traje, su costoso traje. Y, aunque tal vez no le podías ver los pies, calzaba unos zapatos de piel, también costosos.

-Así que, ¿Qué quieren que haga por ustedes?.- Preguntó, su voz te pudo dar un dolor punzante en la cabeza. Las jóvenes lentamente se miraron entre sí, preguntandose quién de ellas debía hablar primero. La que tomó la delantera fue Karen.

-Sucedió algo.- Susurró Karen, cerrando los ojos, esperando que no le hicieran nada.

-¿Y qué sucedió?.-

-El asesinato de la hermana de ella.- Dijo Karen señalando a Cinthya, quien estaba en una silla con falta de color en sus mejillas.

-Lo lamento.- Contestó el señor.

-No importa, venimos a pedirle un favor.-

-¿Cuál?.-

-Sabemos que usted es un asesino en serie.- Sentenció Karen. El señor lentamente esbozó una sonrisa en sus labios, curveándolos hasta formar hoyuelos en la comisura de éstos.

-¿Y?.-

-Queremos que haga parecer que usted fue el culpable de el asesinato de Emma.-

-¿Y que me lleven a la carcel?.-

-Recibirá una recompensa.-

-¿Cuál?.-

-Ella.- Dijo Karen, en voz áspera y señalando a Cinthya, que lentamente abría los ojos y se le volvían vidriosos. El señor sonrió, a causa de la satisfacción.

-Perfecto.-

Gone {En proceso de edición}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora