Dentro del automóvil se respiraba un asqueroso aroma a cigarrillo. De vez en cuando Inés prendía uno y se lo llevaba a sus rojos labios y después de unos segundos lo aventaba por la ventana y tenía que encender otro, para llevar a cabo el mismo procedimiento. Andrea solo miraba de vez en cuando a su madre. Sus ojos eran dos canicas que se movían nerviosamente tratando de abarcar todo a su alrededor.

- Creo que tú has sido el mayor error de mi vida.- Inés movió lentamente su cuello, hasta que miró directamente a los ojos de su hija.

Las casas y demás edificios pasaban velozmente. Pero lo alarmante de la situación era que Inés no miraba al frente. No podía despegar los ojos de Andrea, que aún no llegaba a comprender cuál era el problema que sacudía la cabeza de su madre en esos momentos.

- En realidad la verdadera razón por la que tu padre nos dejo fue por tu culpa.

Las palabras que había pronunciado su madre habían causado un efecto debilitador en el tierno corazón de Andrea. Le había dado con lo que más amaba en la vida: la imagen de su padre, que ya tenía tiempo que no miraba.

La causa del enojo de su madre no tenía un motivo definido en sí. Era la acumulación de un odio que sentía hacia todo lo ajeno que ya tenía desde que tenía uso de memoria. Pero ahora había explotado. Todo era un infierno; desde que nació Andrea su esposo se había comenzado a comportar de una manera extraña con ella, hasta que optó por abandonarla definitivamente, después la muerte de su madre, luego, su padre estaba a punto de suicidarse por la depresión y eso sin mencionar que ella estaba en la banca rota. De lo único que vivían era de la renta de un departamento. Por su mente ahora revoloteaba la idea de estrellarse en ese mismo momento. Pero por otro lado aún tenía treinta años, aun podía conseguir a otro marido fácilmente ya que era muy atractiva.

Después de escuchar las palabras de su madre, Andrea no pudo evitar soltar un sollozo prolongado. ¿Qué acaso Inés nunca dejaría de pensar solo en ella y comenzaría a preocuparse por su pequeña hija? Era una enorme responsabilidad tener que criar a una hija por sí sola, sacando dinero de donde pudiera, pero tenía que hacerlo, era su deber. Tenía que verla crecer y compartir sus alegrías así como sus tristezas. Tenían que llorar juntas. Pero en ese momento solo lo hacía Andrea.

Sus ojos se habían puesto rojos, al igual que sus mejillas. Sus manos rápidamente comenzaron a tallarlos. Al momento de comenzar a tallarse los ojos, su madre, rápidamente, sin seguir mirando al frente, le quitó de un manotazo la mano derecha del rostro, arañándole con su anillo sin querer en la ceja. Inés se vio obligada a mirar al frente por el sonido de un claxon. Al primer momento Inés no se percató de que Andrea sangraba por la herida.

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AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora