Capítulo III - Sueños

25 1 0
                                    


El grupo mantuvo el paso durante horas a través de lo que parecía un laberinto de piedra. Las paredes de algunos pasillos eran lisas y trabajadas, hasta el punto de que reflejaban la luz de las antorchas; otras eran completamente naturales, con bordes afilados, de las cuales caían diminutos guijarros si pasabas la mano. Todos mostraban ya signos de cansancio, sobretodo Polen, cuya forma física no era demasiado buena. Decidieron seguir andando a pesar del agotamiento hasta encontrar un lugar en el cual pudieran descansar, el cual encontraron poco después de tomar la decisión: una estancia amplia, rectangular, de paredes naturales donde, en el centro, se encontraban siete piedras lo suficientemente grandes como para que una persona pudiera tumbarse en ellas. Había cuatro caminos en la sala, uno en cada pared. Observando el lugar, Basil descubrió una pequeña fuente, un hilo de agua que salía de un hueco en la pared de la derecha desde donde vinieron. Se preguntaron si era potable y, para evitar una discusión, Basil decidió probarla directamente. No sintió nada extraño en el sabor ni se sintió mal al cabo de un rato, por lo que los demás -excepto Shin- bebieron sin miedo.

-Bueno, chicos, ¿qué os ha parecido el viajecito hasta aquí? -preguntó Ihundar, en tono sarcástico.

-Agotador -respondió Polen-. Por lo menos hemos encontrado agua con la que rellenar las cantimploras.

-¿Realmente aquí hay algo importante? Lo único que hemos podido ver son paredes, algunas lisas y otras con piedras afiladas, a pesar de todo el tiempo que hemos andado sin parar.

-Estoy seguro de que hay algo más, Julia -respondió Basil-. Simplemente tenemos que seguir andando -miró a la entrada de la pared norte-... y elegir un buen camino.

-En fin... yo creo que me voy a dormir un rato -dijo Polen, seguido de un bostezo.

-Desde luego, creo que todos necesitamos un descanso -asintió Ihundar.

Cada uno escogió una cama de piedra y se tumbaron, sin necesidad de taparse debido a que la temperatura de la sala no era ni fría ni caliente. Curiosamente, era bastante acogedora para ellos. Poco a poco cada uno fue durmiéndose, unos pensando en lo que les depararía el camino que escogieran y el otro preguntándose qué hacía con esa panda de necios.

-Muy bien... ¡muy bien! -susurró una voz- Ahora veamos qué esconde cada uno. Veamos si la espera ha valido la pena.

-¿La espera, Maestro? -preguntó una voz joven, al lado de la primera.

-Sí, Jor. La espera. ¿Aún no te he dicho por qué construí mi torre aquí?

-No, Maestro.

-Te lo contaré después. Ahora tenemos trabajo que hacer.

-Sí, Maestro -asintió Jor.

-¡En fin! Observa. Para ejecutar este hechizo, primero es necesario encantar agua con el encantamiento que ya te enseñé...

-El Lazo Hidráulico.

-¡Sí, exacto! En realidad se llama de otra manera, pero me gustaba más ese nombre.

-Es un buen nombre, Maestro -dijo Jor, sarcásticamente.

-¡A que sí! Lo siguiente que necesitas es que los objetivos del hechizo hayan bebido del agua encantada.

-Uno de ellos no lo hizo, el tipo con la túnica gastada.

-No importa, no importa. Ya veremos qué hacemos con él. Luego, para que el hechizo funcione correctamente, se necesitan...

Basil Derena - FortalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora