Aquel día si mal no recuerdo era jueves, el día anterior había coordinado un viaje a 1 hora de Yurimaguas y a quince minutos de Pongo de Caynarachi que así se llamaba el poblado al que iba a ver unos terrenos para sembrar arroz y papayas y que la hectárea nos costaría muy barato. Quedamos en vernos a las 9 de la mañana en Puerto Garcilazo y de ahí viajar por el Huallaga al Pongo; normalmente en carro es una hora pero por conocer más y poder pasear por el hermoso e imponente Huallaga nos fuimos con aquel desconocido por el río.
El jueves en la mañana me desperté de prisa; me puse las botas, lleve el plástico para la lluvia, compré juane para el camino y una botella de agua. Llegue al puerto a las 9 en punto y escogí un asiento cerca al del desconocido, el bote partió una hora y media después y llegamos a las 2 de la tarde a Santa Ana (un poblado a 4 horas del Pongo en auto) llegamos se sentó y dijo que comería su almuerzo; espere media hora y seguimos caminando; fue en ese momento en que recién mencionó que el trayecto sería largo y que sería mejor quedarse a dormir y salir a la mañana siguiente a ver los terrenos; a lo cual me negué puesto que tenía que regresar a Yurimaguas a pagar al personal que estaba construyendo una casa, dijo que caminaríamos mucho y que no recordaba la ruta puesto que hace más de 15 años que no iba por esos lares.
En mi mente rondaba la idea de que en la llamada con la persona que coordinó dicho encuentro mencionó que solo eran 15 minutos, asi que solo me dije, esto será breve y llegaré a cenar un pollo a la brasa, compre dos botellas de agua y partí con el desconocido. Caminamos y luego de treinta minutos me dijo que esos eran los terrenos, me mostró el río cerca y lo buena que era la tierra para sembrar papaya y arroz, tome fotos de todos lo ángulos mientras seguíamos caminando, pregunte que tan lejos estaba Pongo de ese lugar puesto que habíamos ido por la espalda dijo que serían un par de horas, un poco molesta sin decir nada seguimos caminando, eran ya las cuatro y no había señales de civilización por aquel paraje solitario, pasamos por un río que al ser un poco hondo, me moje los pies y seguimos caminando, cerca de las cinco de la tarde pasamos por una casa, saludos a sus vecinos y seguimos con nuestra marcha, una hora después nos encontramos con dos señores amigos suyos que iban a cazar animales ya que al día siguiente era el cumpleaños de alguien local, el desconocido pidió referencias y nos dijeron que estábamos cerca del destino y se fueron por otro camino, luego de media hora de caminar se detuvo al llegar a otra casa y dijo:¡Me perdi! Este no es el camino, era el otro.
Solo atiné a decir que debíamos regresar cuanto antes y aquello nos haría perder treinta minutos más y ya estaba haciéndose noche, regresamos para ese momento los pies me dolían horriblemente pero sabia que tenia que seguir caminando, no había forma de quedarme o rendirme, no conocía a nadie, estaba muy lejos de cualquier civilización y detenerse en la selva suele significar la muerte. Logramos encontrar el camino pero ya la noche se venía encima, el cielo amenazaba con una lluvia, mi celular se murió y el camino era muy estrecho lleno de árboles, telarañas que se pegaban a la ropa y un sonido sigiloso por los costado como si algo siguiera tus pasos, quería rendirme decir ya no puedo más, morire aqui de todas maneras y maldiciendo la ineptitud de las personas al no saber coordinar y hacer preguntas concretas sobre algo específico, mi vida estaba en juego, quería sentarme pero era de noche ya no se veía nada a la distancia y aquel sonido sigiloso seguía atormentandome y algo me empujaba a seguir caminando y llegar a la meta. LLegamos a una zona oscura que no se veía nada y se escuchaba un río cerca a pocos metros de distancia una pequeña cabaña con solo un techo de paja y a lo lejos el sonido de vacas y otros animales que no sabría decir que son, se veían pequeñas luces a lo lejos y me arme de valor para decirle que había automóviles a lo lejos y que debíamos seguir caminando, mi estómago se hizo un nudo, mi fuerza se derrumbó cuando me dijo que aquellas lucecitas eran solo luciérnagas.
Cansada, adolorida, derrotada, hambrienta y sin fuerzas para nada no pude más y lloré, recordando porque siempre tenía que ser así, lanzarme a una piscina vacía sin encender las luces, darle todos mis ahorros a un juego que sabía que perdería, recordé porque había venido y me preguntaba si mi vida valía mil soles, por primera vez en mi vida envidie a todas las personas en sus hogares, con sus seres queridos y una cama donde descansar; extrañe mi cama más que a nada en el mundo. Curioso que cada noche vayamos a dormir sin siquiera pensar por unos segundos que allá afuera en algún lugar del mundo alguien no tiene una simple cama donde descansar. Deje de llorar cuando llegó una lluvia torrencial y corrí a refugiarme a la cabaña; había una tabla gruesa me senté y saqué mis pies de las botas, estaban rojas y arrugadas, al dia siguiente me dolería más que nunca sino las abrigaba así que me puse una bolsa negra y encima las medias (a la mañana siguiente parecía que me había quemado la piel y tenía una herida; las bolsas suelen tener químicos que al entrar en calor se activan y queman la piel).
Me recosté a un lado de la madera, mientras con el rabillo del ojo vi que el desconocido se estaba quitando la ropa; en ese momento mi corazón se aceleró a mil y empecé a rezar como nunca lo había hecho en mi vida, se acostó a mi lado y empezó a contarme una historia que le había pasado y tenía similitud con la nuestra solo que mencionó a dos chicas que aceptaron quitarse la ropa para calentarse mutuamente, me cubrí con el plástico para la lluvia y fingí dormir; no podía dormir porque estaba sola con un desconocido que solo había visto el día anterior, sentía arañas por mi manos y cara y sentí que con su mano intentaba acariciarme el cabello, empezó a hacerme preguntas sobre qué haríamos cuando regresemos a la ciudad, si podría unirme a un negocio con él y salir a pasear, le di un numero falso y le dije estoy muy cansado hablamos mañana y que sería genial pasear (no podía darme el lujo de darle una patada y correr porque no sabía ni donde estaba y así pida ayuda nadie vendría por mi) me la pase llamando a gritos a mi abuela en mi mente y rogándole que donde esté me cuide y no deje que nada malo me pase. Las vacas a lo lejos hacían ruido como si algo les molestaba, sentía un pánico terrible sobre si aparecía una culebra, sabía que me enterraria ahí y nadie nunca jamás encontraría mi cuerpo, de hecho podía descuartizarme y nada hubiera pasado; cada vez que lo pienso y recuerdo esa noche, agradezco infinitamente a Dios el haber salido con vida.
A la mañana siguiente vimos que el río era pequeño y que a menos de un kilómetro pasaban motos, mis piernas no podían más pero tenía que seguir; a los diez minutos de estar por la carretera vino una moto que nos llevó a un pueblo cercano que ni siquiera era Pongo, tuve que tomar 3 autos para llegar a Yurimaguas, salí a las seis y media o siete de la cabaña y llegue a Yurimaguas cerca del mediodía, llegué a mi casa como alma en pena llena de barro y desolación, tenía cincuenta llamadas perdidas en mi otro celular, con más hambre que nunca y lo más importante, estaba viva y podía estar segura que fue gracias a Dios.
PD. Si quieres que algo salga bien, hazlo todo tú misma y ten fé que todo saldrá bien. Todo en la vida nos marca, nos define y nos prueba como ser humano; pero sea la situación que pases siempre aunque no lo sientas o veas, hay alguien cuidándote y protegiéndote de todo lo malo y ese alguien es Dios. Hoy valora tu cama más que nunca, hay pequeñas cosas que damos por sentado, pero esas pequeñas cosas no lo tienen otras personas en alguna parte del mundo.
ESTÁS LEYENDO
Nunca te detengas.
AvventuraLa historia es autobiográfica y fue un pequeño viaje que debió durar 15 minutos pero por cosas de la vida duro mucho mas, con un desconocido en medio de la selva en lo más profundo de Santa Ana.