Capítulo Único.

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Las cosas entre los jinetes y la tribu de Mala habían mejorado, eso era notable por la manera en que todos reían entre si, contando anécdotas y comiendo en la cabaña principal. Hipo estaría feliz, vaya que lo estaría demasiado si no fuera por las miradas descaradas que Brok le dirigía a Astrid, como si en vez de devorar la comida prefiriera devorar a la rubia. Sentía molestia, una molestia enorme y aumentaba al preguntarse la causa de esta, porque claro, no es que le gustara su rubia amiga... ¿o si?

Se sonrojo a causa de la respuesta, porque la tenia clara en su mente, le gustaba más de lo que debía, más de lo que quería aceptar. Por instinto miro hacia ella, la vikinga platicaba animadamente con Heather, sin notar las insinuantes miradas del pervertido ninja. Con las emociones a tope pensó en miles de posibilidades para quitarlo del camino, la violencia no es algo que él utilizará a menudo, pero una sola vez no era malo... ¿verdad?, sacudió su cabeza esperando que se esfumaran aquellos pensamientos, definitivamente pasar tiempo con los gemelos le hacia ver de una forma distinta la vida.

- ¿Que miras Hipo? - escucho de repente. Tan sumido se encontraba en su duda existencial sobre conservar la paz o desatar la guerra ahora mismo, que ni siquiera noto cuando su robusto amigo llego a su lado, y para su desgracia, se llevo otro de los usuales sustos que Ingerman le solía dar.

- ¡Patapez! ¡¿Que te he dicho de aparecer así!? - reclamó.

-Lo lamento - se disculpo rápidamente Ingerman. -Pero mirabas a Astrid, ¿no es así? - preguntó con picardía. Tuvo que reprimir una carcajada al ver como su castaño amigo luchaba por no morir ahogado con saliva.

- ¿Que? ¡Pff, No! Vaya, yo miraba su falda, lindos picos... ¿no crees? - contestó nerviosamente, reprimiendose mentalmente por su respuesta.

A estas alturas a Patapez le estaba resultando aún mas difícil no reírse de su amigo. La realidad es que Heather le había pedido hablar con Hipo, mientras ella lo hacia con Astrid, y el como buen amante del romance, acepto.

-Es por Brok, ¿no? - preguntó, conociendo a Hipo sabia que algo pasaba en él, y que ese "algo", eran celos.

El castaño asintió derrotado, necesitaba desahogar lo que sentía con alguien, y la persona más indicada le parecía Patapez.

- Si, es por Brok -suspiró. - Yo... yo no sé que pasa, me emocione tanto por encontrar nuevos dragones que deje todas las cosas aparte, pero a Astrid no del todo, ella siempre estuvo a mi lado. Y sabia que yo sentía algo por ella, lo que no sabia es si ella sentía lo mismo por mi. Yo no sabia si debía actuar o dejar las cosas como estaban. Mis palabras siempre quedaban a medias, no podía dejar de sonreír como idiota cada vez que la veía, pero nunca pasaba a más. Creí que ella lo quería así y me negué a que mis sentimientos crecieran. Y al parecer todo iba bien con eso, hasta que comenzó a molestarme la manera en que Patán le coqueteaba, pensé que era exasperación y lo deje pasar, pero ahora siento lo mismo con Brok y no sé... ya sabes, creo que estoy celoso. - finalizó rascándose la nuca nerviosamente, sintiéndose aliviado por sacar lo que le agobiaba.

- Creo que es obvio, Hipo. - habló con una sonrisa Patapez.

- ¿Obvio? ¿Qué es obvio?

- La atracción que hay entre ustedes - contestó haciendo sonrojar al castaño. - incluso es tan obvia que todos la notan, pero irónicamente ustedes no, o no quieres aceptarla. Y tienes miedo, ¿no es así? - preguntó, Hipo asintió levemente.

- No tienes porque temer - continuó hablando - Hipo, la vida es corta para los vikingos, para los jinetes quizá más, tú ahora más que cualquier otra persona sabes al peligro que nos enfrentamos con Viggo, las cosas pueden cambiar rápidamente para mal. Y entonces es ahí cuando debes de temer, porque habrás perdido todas tus oportunidades... pero aún estas a tiempo, aprovechalo.

Abadejo reflexiono las palabras de su amigo, tenia razón, lo sabia. Y estaba decidido a tomar su consejo, el problema ahora era encontrar valor.
Miro de nuevo hacia la rubia, quien para su sorpresa ya se encontraba mirándolo minutos antes, y al verse descubierta volteo la mirada, topándose con la de Brok y haciendo una mueca de desagrado. Sonrió y agradeció a su amigo antes de ir con la chica. Al pasar, sin querer le dio un pequeño empujón a Brok, logrando que este desviara su vista de Astrid. Sonrió victorioso y se acerco a ella.

- ¿Podemos hablar? - preguntó. La rubia asintió y se puso de pie, siguiéndolo a las afueras del lugar.

- ¿Todo bien? - preguntó al verle nervioso.

- Si, si, es solo que ya sabes, ¿no? Yo no te había saludado y pensé , porque yo pienso mucho, que seria buena idea saludarte ahora, ¿no? así que... Hola Astrid, Astrid hola, hola Astrid. - contesto riendo nerviosamente.

- Volvemos a los viejos tiempos Hipo, ¡Ah! Hola Hipo, Hipo hola, hola Hipo. - se burlo la rubia.

Abadejo bufo molesto al escuchar las risas de su compañera, sintiendo más el calor en sus mejillas le dio la espalda indignado.

- ¡Ya ya! - gritó Astrid divertida - ¿Qué pasa?

- Debemos hablar - contestó mirándola.

- Estamos hablando, Hipo.

- ¡Astrid! - reclamó - bien, bien, lo que quiero decirte es que te quiero. Y no como una amiga, te quiero como algo más... ¿entiendes? Y-yo, yo estaré de acuerdo si tu no quieres nada, solo quería que lo supieras. Y espero esto no afecte nuestra comunicación porque de ser así entonces yo... - sintió las manos de Astrid en su boca, obligándolo a guardar silencio.

- Hey, dejame hablar - pidió sonriendo, dejando libre la boca del castaño. - Hipo, yo siento lo mismo. No te lo dije porque te veía entusiasmado con el Ojo del Dragón, pero me sorprende que no lo notaras. Ya sabes... todos los besos de antes fueron por un motivo, y si, se que ha pasado tiempo desde eso, deje de hacerlo, es verdad. Pero esperaba que lo hicieras tú. No creo que esto dañe nuestra comunicación, todo depende de la decisión que tomemos.

- Cuando dejaste de hacerlo pensé que querías que lo dejáramos así. Y fui un idiota, porque en realidad era todo lo contrario. - confesó apenado.

- Y bastante - molestó sonriendo. - Pero eso ya no importa, lo importante es lo que harás ahora. - habló con malicia.

- Algo alocado - respondió con media sonrisa.

- ¿De verdad? - preguntó Astrid - me gustaría ver eso Abadejo - le retó. Iba a continuar hablando, pero algo se lo impidió. Para ser más exactos, ese algo eran los labios de Hipo sobre los suyos, una sensación que hace tiempo no sentía, pero que era maravillosa y le ínsito a seguir el contacto. - Vaya valiente, eh. - musitó con una sonrisa.

- Si, me gustaría creer lo mismo - contestó. Astrid lo miro, sin saber muy bien a que se refería.

- Aún hay algo - continuó - porque los amigos no se besan, y bueno... Hofferson, ¿serias mi novia? - preguntó soltando todo el aire que había retenido en su boca.

- Claro que quiero - contestó Astrid sonriendo.

- ¡Dioses! Me siento tan feliz ahora mismo que ... ¡Auch! ¡Astrid! - reclamó al sentir un golpe en su hombro.

- Eso, por haberme hecho esperar tanto - contestó ella riendo - y esto, por todo lo demás - finalizo besándole.

Hipo la abrazo con fuerza. Se sentía bien, ambos se sentían bien. Lo que tanto querían al fin estaba hecho.
Debían decirle a los demás, pero eso ya seria después, por ahora solo importaban ellos. Se dirigieron a la cabaña donde la rubia se hospedaba, otra de sus pláticas nocturnas estaba por comenzar, la diferencia es que ha no habría secretos de por medio.

Y sí, al menos Brok ayudo en algo.

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No como una amiga, si no como algo más, ¿entiendes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora