26. Aceptación

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(Triz)

―Me gusta Matt, no puedo creer que me guste Matt... ¿¡pero qué me pasa!? -chilló histérica mientras daba vueltas por su habitación, estaba a punto de un infarto pero no era para menos, ¡acababa de descubrir que tenía sentimientos muy fuertes hacia Matt!-. ¡Es Matt! ¿Cómo puede gustarme? ¡Es insoportable! ¡Y no para de violar a mi coche!

Se sentó en la silla y golpeó su cabeza contra el escritorio.

―¿Por qué me pasa esto a mí? -preguntó con ira golpeando su cabeza contra la mesa dos veces más-. ¡No es justo! ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué él?

Golpeó con los puños la mesa para a continuación ponerse en pie y dejarse caer dramáticamente sobre la cama.

―¿Y ahora que voy a hacer? -preguntó con vergüenza, tomó su almohada y la apretó contra su rostro para luego gritar, cuando terminó apartó la almohada pero siguió igual de frustrada-. ¡¿Por qué?! ¡De todas las malditas personas del mundo, tenía que ser precisamente él!

Apretó de nuevo la almohada contra su cara e intentó asfixiarse, pero en cuanto comenzó a notar la falta de aire apartó la almohada e hizo pucheros.

¡Matt!

¡Se había enamorado de Matt!

¿Cómo pudo pasar eso?

¿Cuándo dejó de pensar en él como el molesto hermano mayor de Ann y empezó a pensar en él como un hombre? ¿Cuándo se enamoró?

No tenía ni idea.

Lo único que tenía claro ahora mismo eran sus sentimientos.

Estaba enamorada.

Enamorada de ese chico que era capaz de enojarla y hacerla sonreír con una sola frase. Enamorada de ese entrometido que no paraba de meterse con su forma de conducir y con su coche, pero que no dudaba en rescatarla cuando estaba en apuros. Enamorada de ese testarudo que se negaba a darle una entrevista pero cuyos ojos brillaban cuando jugaban al Mario Kart. Estaba enamorada de un adicto a los helados lo que provocaba que sus besos fueran dulces y fríos a la vez.

Estaba jodida.

Eso era lo que estaba. Jodida.

―Me alegra que por fin hayas llegado a la aceptación-escuchó hablar a Héctor, colocó la almohada a su lado y se sentó sobre la cama para ver como su ex-novio se comía un taco.

―La aceptación es un asco-murmuró levantándose de la cama para sentarse en la silla-, era más feliz cuando no sabía que estaba enamorada.

―Creo que en el fondo lo sabías, sólo te negabas a reconocerlo-indicó Héctor con media sonrisa-. No hay sino que leer tus reportajes de su sección.

―¿Por qué todo el mundo me dice eso? A mis reportajes no les pasa nada-protestó recordando como Will le había dicho algo parecido. Iba a tener que releer esos malditos reportajes.

―¿Y ahora que vas a hacer? -preguntó Héctor con interés.

―¿Esconderme de él hasta desenamorarme?-sugirió con inocencia haciendo que Héctor enarcase la ceja.

¿Qué se suponía que tenía que hacer?

Ahora que era consciente de lo que sentía, era una bomba de relojería. No sabía guardar un secreto, tarde o temprano le soltaría a Matt lo que sentía por él y ya nada volvería a ser lo mismo. Y a ella le gustaba como era todo ahora, le gustaba que se preocupase por ella, le gustaba que la acompañase a las investigaciones y compartir helados con él, le encantaba molestarlo y pasar las tardes-noches jugando al Mario Kart, por favor, si incluso disfrutaba de sus peleas sobre su perfecta forma de conducir.

¿El mejor sabor de helado? Tú (TQST Libro #3)©  [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora