Parte 3

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Al bajar al tan odiado sótano noté a medida que iba bajando los escalones, que el aire estaba un poco más denso de lo normal. Vi que la caldera estaba al rojo vivo, y parecía estar a punto de estallar. Mi padre era un aclamado plomero en la ciudad en la que solía vivir, así que las calderas y cañerías no eran algo nuevo para mí. Lo que necesitaba hacer era liberar más vapor de lo normal para enfriar la caldera un poco, así que giré la pesada válvula y al liberar tanto vapor, la presión causo que las húmedas cañerías colapsaran. El aire se transformó en una nube muy espesa de niebla, no podía respirar y hacia demasiado calor. Comencé a ponerme nerviosa, al empezar a correr, mi nuevo y brillante brazalete de plata se enredó con una palanca. Que idiota había sido al elegir ponerme esa cosa ese preciso día del año, eso era lo único que se me venía a la mente en ese momento. No la podía destrabar, mi corazón ya comenzaba a bombear menos sangre hacia mi cuerpo, ya no podía hacer nada, así que solo cerré mis ojos y acepte lo que iba a pasar. 

Notas y brazaletesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora