Capítulo 7: Moonlight

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Era casi media noche, Eto había logrado conciliar sueño a pesar de los "ruidos" suaves pero agudos que entraban a su habitación desde los cuartos de arriba, ya estaba acostumbrado. Intentó despejar la mente pensando en lo que había sucedido, la habitación que le regalo Yuki, había aparecido técnicamente por arte de magia, simplemente salió con Yuki unas horas al supermercado y cuando regresó, unos trabajadores terminaban de pintar la pared, emparejando el color de la habitación con el blanco que relucía el resto del departamento. Yuki había visto que Eto miraba mucho por la ventana, así que hizo el cuarto en el lateral de en frente, que en vez de una pared tenía una enorme ventana que daba para la calle.

Eto entró a su cuarto, había una cama mediana al lado de la pared, acompañada con una pequeña mesita blanca al costado, en el vidrio del frente había una televisión pequeña, igual que la de la sala, solo que a una escala menor . Lo primero que hizo al entrar fue tocar con sus delicadas manos, la contextura de la pared. Sólido, frío, resistente. Luego puso sus manos en el vidrio, gozó del hermoso panorama que siempre veía y contemplaba en el anochecer, la colorida ciudad y la luna, pero ahora podía verlo desde la comodidad de su propio cuarto.

-¿Que te parece? -preguntó una hermosa mujer de rizos dorados y ojos color café que se había parado al lado de él cruzando los brazos.

Eto la miró por unos segundos.

Abrazó a la psicópata.

Las pupilas café de Yuki, por un instante se agrandarom, mostrando ternura. Seguido de eso, tomó de los cabellos a Eto estrellándolo contra la gran ventana.

-¿Son resistentes verdad?

-S-si -Logró pronunciar Eto con su cara pegada al vidrio.

Una gota pasó por la mejilla de Eto, no por el golpe, que era lo de menos, sino de alegría, alegría porque Yuki había tomado en cuenta su gusto por mirar las afueras de la ciudad, jamás habría pensado que Yuki fuera ese tipo de persona.

-Gassssias -Pronunció Eto con la cabeza aún pegada a la ventana.

-Como sea -Yuki dió media vuelta, caminando hacia la puerta del cuarto- necesito algo de beber, saldré un rato, más te vale que estés dormido para cuando llegue o dormirás en el sótano como siempre.

Eto terminó de recordar. Ya estaba apunto de quedarse dormido. Hechado, tapado con sus sábanas, feliz en su nueva cama. Unas últimas palabras sucumbieron por su mente antes de caer en un profundo sueño.

Gacias.

Se durmió.

***

Eto se levantó, había tenido un sueño, sintió que alguien entró en su cuarto y segundos después un incón en su brazo izquierdo.

Las cortinas blancas no podían evitar dejar caer en su cuarto una pequeña luz azuleja proveniente de la luna.
Le picaba un poco el brazo, lo alzó para ver si tenía algo. Un pequeño puntito rojo. No le dió mucha importancia, una sed descomunal lo había invadido, y un vaso de leche era su prioridad en ese momento.

Salió del cuarto y se dirigió a la cocina.

Sintió que alguien lo observaba, intentó oler, pero era inútil, algo no lo dejaba.

Se sentía muy cansado, algo no andaba bien, intentó tomar el banquillo de la barra, el cual siempre usa para llegar hasta la repisa, donde Yuki pone los tragos y bebidas, y su barra de chocolate, en lo más alto.
Se mareaba constantemente, las cosas se hacían grandes y luego diminutas. Tomó el banquillo y con dificultad, subió en el y tomó la caja de leche. Miro abajo, el mundo le daba vueltas, dejó la leche en el lavaplatos debajo de la repisa y se tomó su tiempo en bajar del banquillo para no caer. Tomó un vaso e intentó servirse, derramó la leche en el y se la aventó a la boca desesperado, intentando saciar la sed que lo había invadido. Al ver que no surgía efecto se sirvió otro vaso, y otro, y otro, hasta que la caja terminó vacía. Tiró el recipiente al basurero. Almenos su sed ya había calmado un poco.

Se dirigió denuevo a su cuarto y aló de las cortinas. La luz de la luna entraba en su cuarto, dejando un color tenue pero visible. Miró su reflejo en el vidrio, sobó sus ojos con las manos para deshacerse de lo que parecía ser una ilusión. Sus ojos estaban rojos, literalmente. No era que se había levantado y la luz de la luna había irritado su vista, lo que estaba rojo no era su córnea, era su pupila.

Corrió al baño, sintió que alguien lo observaba denuevo.

Prendió la luz y se vió al espejo.
Efectivamente. El color de sus pupilas pasó del azulejo que identificaba a la familia Thompson, a un café rojizo, casi negro, por los extremos, pero un rojo escarlata en la parte que debía ser más clara. Eto abría su ojo con sus manos para apreciar con detenimiento lo que le había sucedido.

Tragó saliva. Salió del baño

De repente sintió un pequeño golpe familiar en la nuca que pasó una corriente por todo su cuerpo.

Luego nada. Sólo oscuridad.

Cayó desmayado.

ETO [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora