Capitulo 3

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Ya no me asustaba nada de este tipo, estaba ya acostumbrada, llevaba dos años con estas cosas, ya no me asustaba.

-¿Quién hay ahí?
Nadie contestaba, obviamente. Luego crítico que hagan eso en las pelis, y mira yo ahora, bien bien.
- Vale, a ver, voy a salir del baño, pero para eso me tienes que dejar. No tengas miedo, no voy a hacerte daño. A parte de que es imposible, quiero ayudarte.
No funcionó.
-Por favor... Déjame salir. - Y se abrió la puerta. Salí y justo en frente de mi había una niña de 8 o 9 años.
- ¿Quién eres pequeña? - Parecía asustada.
- ¿Por qué me puedes ver? ¿Por qué mis padres no pueden?
- Cariño...
- ¡No me llames así! Mis padres son los únicos que me pueden llamar así.
- Como quieras cielo. Verás, ni yo se por qué te puedo ver, es como... Como un don.
- ¿Y por qué mis papás no tienen ese don?
- Porque hay muy poquita gente que lo tiene. ¿Quieres que te ayude a algo?
- ¿Podrías hablar tu con mis papis por mi?
- Podría intentarlo, pero no se si me van a creer, ¿Lo sabes no?
- Si...
- ¿Te apetece un abrazo?
- ¿Puedes tocarme? - Entonces la abracé, ella correspondió al abrazo, se agarró tan fuerte a mi que por poco y me deja sin respiración. Estaba tan asustada.

- Y dime, ¿Qué te pasó?
- Pues... Iba con mi hermano dando un paseo cuando un tonto que iba con el coche nos atropelló.
- ¿Y dónde está tu hermano?
- Él también me puede ver, pero no tocar. El dice que me puede sentir y saber dónde estoy.
- ¿Y dónde está tu hermano ahora? ¿Por qué no te lleva él a hablar con tus padres?
- No lo sé. - Esa frase la dijo con tanta melancolía que casi me rompe el corazón.

TOC TOC TOC

- Espera, voy a abrir la puerta. - Fui a abrir la puerta pero no conocía a ese chico.

- ¿Quién eres? - Le digo algo extrañada.
- Perdona es que hay algo aquí que es mío.
- LUKAAAAA. - Salió la niña corriendo hacia él.
- Espera, ¿Él es tu hermano?
- ¿La puedes ver? - Dijo él mirándome fijamente
- Si... Pasa si quieres. - Y pasó.

Nos fuimos al salón y nos sentamos en el sofá, uno en frente del otro, mirándonos fijamente sin entender exactamente que estaba pasando.

- Hermanito, también me puede tocar. - Dijo la niña con una sonrisa.
- Clara cielo, eso es imposible. - Le contestó él.
- No, no lo es, Clara ven aquí. - Y seguidamente la tomé en brazos
- ¿Cómo es posible? - No se lo podía creer, y la verdad es que lo entendía. - No es justo... Yo quiero abrazarla... - Dijo con una mirada triste.
- Luka, no te preocupes, ella puede darnos los abrazos que necesitemos. - Le dijo Clara.
- Claro... - Le dijo. Se le notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo para no echar a llorar, y lo entendía, debía de ser muy duro ver a tu hermana y ni poder tocarla.
- Bueno chicos, supongo que queréis estar solos. Voy a mi habitación, podéis quedaros aquí el tiempo que queráis.

Subí a mi habitación y me acosté en mi cama, tenía que pensar en lo que acababa de pasar ¡Acababa de conocer a alguien que le pasaba lo mismo que a mi!

Cogí el móvil, quería despejarme un poco. Me iba a meter en el chat de Laura cuando veo el chat de Luka. Espera... ¿Luka? ¡No puede ser él! Sería demasiada coincidencia. Además él decía que me conocía y este chico no parecía conocerme de nada. Aún así tenía que asegurarme, tenía que preguntárselo. Bajé para preguntarlo pero me di cuenta de que ya se habían ido.
- Mierda... - Pensé.

El don de Amelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora