CAPÍTULO UNO.

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-¡Edu, vete a la mierda!- grité a mi hermano.

Salí corriendo de allí lo más rápido que podía mientras las lágrimas caían por mis mejillas. No podía imaginarme que se lo hubiera dicho. Me había dejado en ridículo y esto iría a estar rondando por el instituto toda la vida. Lo que pasó fue que mi hermano dijo en medio de todo el instituto a Daniel, el chico de quien yo estaba enamorada desde hace dos años, que le quería.

Él era una persona distinto a mí en todos los sentidos. Era guapo, popular, tenía a todas las chicas detrás suya, y lo mejor es que de lo poco que lo conocía, simplemente de ver su forma tan dulce y simpática de actuar me empezó a gustar. Al contrario, yo era la típica empollona y con una sola amiga, que la verdad es que a Irene no la cambiaría por nada. Irene era guapísima, antes de que yo llegase al instituto ella era del grupo de los más populares, había tenido muchos novios pero desde que llegué al instituto y ella se acercó a mí con esa voz tan pura y dulce y me dijo:

- Hola, me llamo Irene, ¿y tú?

Desde ese mismo instante empezaron a mirarla como la chica que se había juntado con la nueva rarita y la dejaron de lado. Una de las cosas que hizo al comenzar a ser amigas fue decirme que si yo haría lo mismo que los demás y la dejaría tirada por cualquier cosa que hiciera y no me agradase, yo le respondí que nuestra amistad sería para siempre a lo que me respondió con una sonrisa sincera.

Irene fue la primera persona en enterarse todo lo que me pasaba e incluso de lo que me hacía en las muñecas. Pienso que ella es la mejor persona que existe ya que en el poco tiempo que llevo con ella me ha demostrado lo buena amiga que es y además me ha intentado ayudar con todo lo que me pasaba.

Bueno, continúo con la historia que pasó ese día. Mi hermano era un gran capullo que incluso siendo más pequeño que yo, se metía conmigo y me dejaba en ridículo, pero esta vez llegó al límite. Se enteró días anteriores de que quería a Dani porque me estuvo espiando mientras hablaba con Irene por Skype, cuando me día cuenta que él estaba allí, viendo y escuchando todo lo que decíamos, mi primera reacción fue cerrar el portátil e ir hacia él lanzada echa una furia. Le cogí de la camiseta y le dije:

-¡¿Qué coño hacías ahí espiándome subnormal?!

A lo que él me respondió:

- Sabes que se lo voy a decir todo a Dani, ¿verdad?

Al principio no creía que llegase a ser ese tipo de capullo, pero me equivocaba, a los días siguientes, mientras estábamos en el recreo, vi como mi hermano se iba acercando a Dani y me iba mirando con una sonrisa pícara. Yo cogí del brazo tan fuerte a Irene que incluso creía que me había llevado sólo a su brazo arrancado. Fuimos corriendo hacia donde estaba mi hermano, dos amiguitos suyos, Dani y todo su grupito y nada más llegar escuché a Edu decir:

-¡Dani, Dani! Te vas a quedar de piedra cuando te diga esto. Mi hermana, sí, esa, lleva enamorada de ti desde hace dos años y le daba vergüenza decírtelo.

Irene le intentó parar pero ya era demasiado tarde.

Ahí, en ese mismo instante me paralicé, fue como si el mundo fuese a cámara lenta, él se quedó mirándome asombrado, pero sin decir nada, mientras que todos sus amigos me señalaban al mismo tiempo que se reían de mí.

Irene me cogió de los hombros y me dijo con tono preocupante:

- Tía, ¿estás bien?

Aquí fue donde desperté de mi burbuja y le grité eso a mi hermano.

Me fui al cuarto de baño lo más rápido posible y entré en uno de los baños libres. Empecé a llorar sin parar y pensando en cómo podía tener un hermano tan despreciable y en cómo iban a ser el resto de mis días con la gente burlándose de mi, así que decidí no hacerlo, no dejaría que se burlasen más de mi, saqué la cuchilla que guardaba en mi bota y empecé a hacer una marca de entre tantas de mi muñeca intentando que esta vez diese en el clavo y desapareciera de ese infierno, pero al segundo de hacerme la primera raja entró Irene en el cuarto de baño donde yo estaba (me imagino que sabría que yo estaba allí porque no podía parar de llorar) tan rápido que incluso me asusté. Cerró la puerta de nuevo, cogió la cuchilla que tenía entre las manos y la tiró dentro del váter. Le miré con lágrimas en la cara y me abrazó.

Al cielo sí, pero contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora