Capítulo 1

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La rutina diaria

Enamorarte es duro, ¿sabes? La gente puede decir que el amor es belleza y que probablemente lo "triste" del mismo es las ideas que te haces. Ni el odio, ni el dolor son parte del amor. Eso me decían, pero no es cierto. Yo aprendí que el amor es doloroso. El día en que... para mí, sólo existíamos, mi hermano y yo.

Esto es algo raro, y pronto lo entenderán. Tengo dos hermanos, uno es Joshua y el otro, es Misael. Joshua tiene 23 años, Misael tiene 19 y yo tengo 17, nuestra familia es muy unida, mis padres nos aman y aparentemente todos somos felices, pero así sería de no ser porque en mi casa vive el odio en persona. Misael está, cómo decirlo, enfermo de la cabeza y, por ello asiste a un psiquiatra cada viernes. Él sólo es algo violento y yo lo entiendo, sólo se siente solo y nadie quiere entenderlo, él es muy apegado a mí y logro "calmarlo" muy pocas veces. Aunque a veces él me rechaza y actúa distante nunca me aparto de él porque aún recuerdo como fue que se ganó mi respeto y amor.

Cerré mis ojos con fuerza y corrí hacia mi cuarto para meterme bajo mi cama, sabía que mis padres me regañarían por haber roto aquel jarrón, y lo peor de todo era que había sido por tropezarme despúes de sacarle la lengua a Misael. El muy bobo se reía de mis trenzas y ahora estaba segura de que él le confesaría a mis padres que había sido yo la de tremenda tragedia, aquí a mis 7 años estaba jodida y con miedo. La puerta de mi cuarto se abrió y vi los tenis de Misael, él directamente se agachó y me miró, con sus ojos verdes brillando.

Eh... Avery.

Vete...

Dije llorando más fuerte odiando el hecho de verme mas débil frente a mi odioso hermano mayor, él, para mi sorpresa, se metió bajo la cama conmigo, intenté empujarlo.

Vete, estúpido Misael —dije golpeándolo en el pecho pero él tomó mis muñecas con fuerza y comencé a forcejear con él —. Suéltame.

No estés molesta, ¿yo qué he hecho? ¿Porqué me odias Avery?

Porque le dirás a mamá que he roto el jarrón, ¡chismoso!

Avery...

Se oyó como abrían la puerta principal y ambos nos quedamos callados.

¡Ohhh!, ¡mi jarrón! Joshua, Misael y Avery, ¡vengan ahora mismo!

Ambos nos miramos y con temor me levanté, caminé hacia la puerta y llegué hasta mis padres. Mamá movía su pie molesta y no quería que ella se enterara por el estúpido de Misael, algo me decía que era mejor si se enteraba por .

Avery, ¿sabes quién hizo esto o fuiste tú?

Mamá yo...

¡Mamá lo lamento... he sido yo! Tropecé y caí sobre él.

Dijo Misael poniéndose frente a .

Avery... ve a tu cuarto.

Siseó mamá y Misael ni siquiera se volvió a mirarme, asentí pero no me moví, no podía dejar que él se eche la culpa.

¿Avery?

Mamá yo...

Ya vete Avery.

Dijo Misael mirándome al fin, su rostro estaba molesto y corrí escaleras arriba, volví a meterme bajo mi cama tapando mis oídos, sabía que mamá lo golpearía. Nuestros padres no eran golpeadores; pero mamá perdía los estribos cuando algo pasaba su límite de paciencia y sabía que esta era una de esas veces, a pesar de que había cubierto mis oídos escuchaba claramente los golpes de la correa aterrizar en el cuerpo de Misael. Lo más extraño fue que no lo oí quejarse ni llorar ni una sola vez, cuando la oí decirle que estaba castigado por una semana sin ir a jugar y a él caminar hacia su cuarto lentamente hasta cerrar su puerta, me atreví a salir de debajo de mi cama. Me quedé quieta frente a su puerta, oí como papá y mamá cerraban la puerta de su habitación mientras le decían a Marilyn, la cocinera, que limpiase el desorden. Suspiré y toqué su puerta suavemente.

Mi hermano y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora