Capítulo 20

5K 388 69
                                    

Juntos. Avery, volvamos a casa

Misael acelera, la carretera parece larga y el cielo se volvió oscuro rápidamente. Parecía que iba a llover muy pronto. Nos detuvimos en un hotel y entramos después de guardar la motocicleta en el garage. Caminábamos en silencio hacia la habitación. No reconocía el lugar alrededor del hotel, parecía vacío. Aunque no es como si yo saliera a la calle cuando parece que va a haber una tormenta. Abre la puerta y me deja ingresar primero, tiene la mirada en el suelo. Cuando entro noto que la pequeña habitación es acogedora, hay una cama. Un par de sillones al estilo minimalista, un par de cuadros, la puerta al baño privado y una pantalla con encimeras.

—Avery, ve a bañarte. Volveré en seguida.

Me volví rápidamente para pedirle que no se marchara pero ya no estaba ahí. Suspiré y me saqué la sudadera. Tenía frío, habíamos estado en la carretera la mayor parte del día. Era tarde ya y estaba cansada. Ingresé al baño y me despojé de toda mi ropa. Abrí la ducha y dejé que el agua helada recorriera mi piel. Desvariaba, parecía que este día no era real. Una parte de mi cerebro quería creer que despertaría en cualquier momento y esto se trataría de una pesadilla.

El que mamá amara a su hermano, el que lo haya abandonado, el simple hecho de lastimar a Misael. Todo parecía tomar sentido ahora. La historia de la princesa que se enamoraba de su tío, el porqué la abuela lloraba al contármela, o porqué odiaba a Misael; Era obvio que le recordaba a su hijo, al hijo que había abandonado. No tenía una idea clara sobre quién había sido el padre de Misael, y al parecer mi tío. Pero sé ahora porqué mamá ama tanto a Misael. Tal vez es igual a su padre. Tal vez por eso papá lo trata de manera tan fría. Yo creo que no podría haber hecho lo que hizo mamá. No quisiera ver que echaran a Misael lejos de mí y que me permitieran quedarme sin él. No quiero imaginar cómo debió vivir el padre de Misael. Solo. Su familia lo había abandonado. Y también la persona que más le importaba. ¿Es siquiera humano hacerle eso a alguien que lleva tu misma sangre? Mi pecho siente un pinchazo.

—Es cierto, enamorarte de tu hermano tampoco es humano.

Salgo de la ducha con una toalla rodeando mi cuerpo y me pregunto si debería ponerme la misma pijama que he cargado durante toda la mañana. Cuando llego a la cama noto una bolsa sobre ella y tomo una nota que se encontraba encima de la misma.

Cámbiate. Volveré enseguida.

—Hubiera preferido que me la des directamente tú, idiota.

Me siento sobre la cama y reviso la bolsa, hay tres camisetas. Una negra. Una blanca. Y una gris. Sonrío. Mis colores favoritos en playeras que amaría usar. Son bastante grandes, justo a mi gusto. También hay un calentador negro, una bermuda beige y unos jeans. Decido tomar la camiseta gris y el calentador para dormir. Y otra sonrisa escapa de mis labios. En el fondo de la bolsa hay un pequeño paquete de ropa interior.

—Idiota. Eres demasiado tierno... Y ni siquiera estás aquí para agradecerte.

Me visto rápidamente y me lanzo sobre la cama después de dejar la bolsa a un lado de la misma. Había encendido el televisor para esperar a Misael. ¿Es que no pensaba volver o qué? Bastante molesta, comencé a cambiar de canal y me detuve en uno que tenía un comercial sobre pasta dental. La música era graciosa y estaba algo somnolienta. Suspiré y cerré mis ojos.

¡No saben lo que hacen!

Nos amamos, ¿es que no es suficiente?

Mamá me miraba con una sonrisa y miró a su lado. Mi pecho se detuvo.

¿Qué...?

—¡No!

Me levanto de golpe mientras mi pecho sube y baja con rapidez. Las imágenes se desvanecen cuando abro los ojos y apenas y puedo recordar cómo terminaba el sueño.

Mi hermano y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora