Un Hombre En Cuerpo De Mujer(NS) [EDITANDO]

Capítulo 16

"Te extrañé"

Naruto se encargó de protegerlo, ese dolor lo tenía inválido en el suelo. Sujetaba su abdomen empezando a desesperarse, nunca antes había experimentado un dolor de esa intensidad.

—¡Sasuke!

Sakura cayó a su lado, en verdad lo veía en mal estado. No podía explicar esos dolores que el Uchiha estaba sufriendo. Lo ayudó a levantarse, para buscar un lugar más seguro.

—¿Te encuentras bien?

—S-sí... —otra punzada lo atacó. —Bueno... no tanto. —se contrajo, esperando a que el dolor pasara.

—¿Qué te pasa? —empezaba a sudar. Los ninjas se habían reducido considerablemente.

—Como si lo fuera a saber, ¡agh!

—¡Aguanta! Tienes heridas... —no pensó para empezar a aplicar su ninjutsu médico.

Alguna heridas empezaron a cerrarse, pero la mueca de dolor del muchacho no desaparecía. Tenía un mal presentimiento. Los demás compañeros llegaron al campo de enfrentamiento.

—Hay que llevarte urgentemente a la aldea, ya nos alcanzaran. —dijo mirando a los otros. Agradeció internamente haber invocado a Katsuyu y llevarse una de las pequeñas babosas. En un parpadeo, desaparecieron del lugar para aparecer donde se encontraba la principal.

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Naruto hacía todo lo posible por convencer a los de la Roca, asegurándoles que el Uchiha no tenía ni una sola intención de atacar a nadie, solo quería una vida tranquila. No pretendía hacerles daño, así no les brindaría la opción de que declararan algo en su contra.

Miró hacia donde se supone que debería de estar Sasuke junto a Sakura, sin embargo, no estaban. Prefirió concentrarse en lo que tenía al frente, ya podría ir a asegurarse del estado de su novio.

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—¿Qué es lo que tiene, Tsunade-sama? Dígame que está bien. —Sakura se acercó a su maestra cuando la vio salir de la habitación de hospital.

—Lo está, lograste traerlo a tiempo.

—Pero... ¿qué lo puso así? Curé sus heridas, pero seguía quejándose del dolor.

—Dejaré que te des cuenta pero ti misma, por ahora es mejor dejarle descansar. Ya vendrá Naruto y de fijo querrá verlo. —las dos caminaron hacia la salida del hospital, Sakura no estaba muy convencida de esa petición. —Debo de ir a hablar con los ancianos, les expliqué la situación de Sasuke y me pidieron que fuera a verlos al anochecer.

—¿Es algo bueno?

—Aparentemente, quizá puedan ayudarlo a regresar a la normalidad.

—¡¿De verdad?!

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Abrió sus ojos con pesadez, se sentía bastante liviano, y con un gran alivio en su abdomen. Llevó su mano allí por instinto, sintiendo una corazonada.

Dio un salto cuando la puerta se abrió de golpe, Naruto se acercaba a pasos rápidos hacia su camilla.

—¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?

—¿Qué no sabes que estás en un hospital? Haz silencio, idiota. —lo miró mal, incorporándose en la cama con un poco de dificultad. Iba a reclamarle de nuevo su actuar, como ya era común en ellos, pero los labios del Uzumaki sellaron los suyos.

Volvía a sentir ese palpitar que solo Naruto era capaz de provocar en él, su cólera disminuyó en solo segundos, disfrutando el contacto.

—Te extrañé. —lo abrazó. Ahora también volvía a sentirse protegido.

—Solo fueron un par de meses. —respondió tratando de quitarle importancia al tema.

—Teme insensible. —se sentó en la camilla, mirándolo mal. —Yo preocupado por ti y solo me dices que fueron "un par de meses".

—Ya, no hagas berrinche.

—¡No estoy haciendo berrinche!

—Sí, claro.—sonrió sarcástico. Se miraron un momento en silencio, juntando sus manos. Se sentía completos de nuevo.

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—¿Creen que pueda funcionar? —Sakura miraba a los dos ancianos con esperanza, sus manos estaba juntas a la altura de pecho.

No les tenía mucho aprecio, es más, si por ella ni siquiera estaría ahí hablándoles, pero considerando que de ellos podía depender de que el Uchiha volviese a su cuerpo, aguantaba el tener que verlos.

—No estamos del todo seguros, pero puede que sí.

Una parte de ella le indicaba que podía confiar en esos dos. Fue, llena de emoción, hacia el hospital para contarle todo lo que le habían dicho.

Hace poco que los equipos se habían reportado en la oficina, indicando que Naruto se adelantó varios minutos de camino por la desesperación de saber cómo estaba Sasuke.

Se asombró, incluso sonrió, al ver a unos cuantos de sus amigos afuera de la habitación del Uchiha. No eran tan malos con él, después de todo. Solo les aclaró que se encontraba bien y entró al cuarto.

—Ejem. —captó la atención de los dos muchachos, estaba feliz de verlos juntos de nuevo. —Tengo noticias para ti. —se paró a un lado de Naruto, quien seguía sentado en la camilla.

—¿De qué se trata? —miró de soslayo a Naruto, notando que tenía las mejillas sonrosadas. Su gesto no se veía del todo bien.

—Los ancianos están al tanto de porqué no te han visto en los últimos meses, dicen que pueden ayudarte con ese problema.

—¿Lo dices en serio? ¿No mientes? —ella negó. Le parecía raro que quienes querían matarlo hace una semanas, ahora querían ayudarlo. No confiaba en ellos. —¿Qué me asegura que no quieren matarme?

—Tsunade-sama estará contigo en todo momento, sé que ella no va a permitir que hagan algo extraño.

—Sigo sin confiar en ellos. —cruzó su piernas debajo de la sábana. —¿Ya puedo irme? No me gusta estar aquí.

—No, Tsunade-sama me dijo claramente que no te dejara ir. —buscó disimuladamente el estudio que la Senju realizó, pero no los encontró por ningún lado. Tenía curiosas de saber qué tenía Sasuke. —No preguntes, solo quédate.

—¿Cuánto tiempo?

—El que ella indique, ¡así que nada de escaparte! —le apuntó con el dedo, acercándose a la puerta. —Los veo después, quedé con Ino hace un par de días, ¡adiós!

Otra vez estaban solos. Aprovechando el momento, juntó su frente con la de Naruto para confirmar su sospecha. Tenía calentura.

—Ve a casa. —su mano tocó la mejilla del rubio, también estaba caliente. —Debes descansar.

—No voy a dejarte solo. —sabía porqué lo estaba mandando a descansar. —No me siento mal, puedo quedarme contigo. Tú mismo lo dijiste, no te gusta estar aquí, así que puedo acompañarte.

—Aquí estaré bien, piensa en ti por un momento. —mordió su debo e invocó una serpiente de tamaño normal, el Uzumaki se alejó por la sensación de la piel del reptil. Esos ojos afilados lo miraban, sintió un escalofrío. —Como sé que eres un necio, Aoda te acompañará. —se tensó al ver que su novio tomaba al reptil entre sus manos como si nada, acercándolo a su brazo. —No lo dejes hasta que esté en su casa, muérdelo si es necesario.

—¡Oye! ¡No, no es necesario! —un grito interno lo invadió cuando la serpiente subió por su brazo, pasando por encima de sus hombros.

—Créeme que no se irá hasta que estés en casa, así que... apresúrate.

—¡Ay, no sé cómo puedes con esto! —se levantó, teniendo su cuerpo rígido. Ese peso sobre sus hombros lo ponía nervioso.

—Lo tuyo son los sapos, no te quejes.

—¡Prefiero un sapo a esto!