Todo el mundo sabe que las sirenas son criaturas míticas, de leyenda, y todos conocen su apariencia: hermoso rostro de rasgos exóticos, torso femenino, de piel nívea, sin mácula y exultante belleza y, por último, una gran cola cubierta de brillantes y coloridas escamas en el lugar que deberían ocupar unas suaves piernas si se tratase de una doncella.
Pero estarías cometiendo un terrible error al confundir a estas criaturas con simples doncellas humanas, ellas son mucho más que eso... y mucho más peligrosas también.
Cuentan numerosas leyendas que marineros provenientes de los rincones más recónditos del mundo han perecido por culpa de las sirenas, por culpa de su voz, de sus hermosos e hipnóticos cantos que guían a los incautos hombres a una muerte segura.
Muchos afirman que es un sonido imposible de describir con palabras, tal es su perfección y magnificencia, mayor incluso que la arrolladora belleza física de estas criaturas.
Esto es lo que todos conocen sobre las sirenas: su hermosura, el hecho de tener cola como si fuesen peces y el peligro que corre todo aquel que se deleita con su preciosa y, al mismo tiempo, letal voz.
Pero hay mucho más acerca de estas maravillosas criaturas que la mayoría de las personas desconoce como, por ejemplo, su origen o cuál era su aspecto primigenio.
Así es, no siempre las sirenas fueron mitad mujer mitad pez. En un principio, poseían torso o únicamente rostro humano y el resto de su cuerpo era el de un ave, cubierto de plumas y con poderosas alas que les permitían surcar los cielos a su antojo.
¿Cómo surgió una criatura con estas características? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero existe una antigua leyenda que afirma que estas sirenas fueron el fruto de la unión de una joven humana y su ángel guardián. De su amor nacieron estos seres que los dioses calificaron como engendros y apartaron de sus progenitores. A raíz de este suceso, los dioses prohibieron a los ángeles y a los humanos yacer juntos para evitar que se repitiera algo así.
Pero los dioses, tan poderosos ellos pero igual de despistados que cualquier mortal, no tuvieron en cuenta algo sumamente importante: las sirenas ya existían, no desaparecieron por la prohibición divina, y continuaron existiendo durante siglos y siglos, pues poseían el don de la inmortalidad que habían heredado, junto con sus alas, de su padre.
El tiempo pasó y los dioses ya se habían olvidado prácticamente de las sirenas cuando sucedió nuevamente algo que ni todos los seres omnipotentes del universo hubieran podido impedir: el amor hizo otra vez acto de presencia, surgiendo este sentimiento entre una sirena y un humano.
Nadie sabe cómo ni cuándo se conocieron, solo sabemos por esta antigua leyenda que la sirena trajo al mundo a un pequeño bebé con la apariencia física de un bebé humano cualquiera.
Los dioses, al percatarse de esto y en un nuevo intento de evitar más híbridos nacidos de seres pertenecientes a distintas razas, desterraron a las sirenas de los cielos para de este modo alejarlas de los humanos y también de los ángeles. Fueron enviadas al fondo del océano y su cuerpo adoptó una forma semejante a la de las criaturas marinas. Fue este un don otorgado por los dioses, pues ellos nunca han sido capaces de sesgar cruelmente la vida de ningún ser; si esto sucede, sin duda es debido a alguno de sus frecuentes despistes, pues no hay que olvidar que, pese a ser perfectos en cierto sentido, no dejan de estar sujetos a las mismas pasiones que los mortales y son tan volubles y despistados como cualquiera de ellos.
Así fue como las sirenas obtuvieron su nuevo aspecto y comenzaron a poblar los mares.
Pero, al igual que en las anteriores ocasiones, el amor volvió a aparecer, esta vez no por parte de las sirenas, provistas ahora con una magnífica cola, cuyo corazón había dejado de albergar nobles sentimientos ante los continuos desplantes divinos, sino por parte de esos hombres a los que engatusan con su belleza y sus hipnóticos cantos para arrastrarlos luego a las profundidades marinas y acabar con su vida.
¿Qué fue de ese bebé nacido de la sirena y el humano? Como los dioses no fueron capaces de quitarle la vida, a pesar de todo lo que significaba que siguiera viviendo, decidieron abandonarlo a su suerte en una playa desierta. La Madre Naturaleza se encargaría por sí misma de acabar con ese bebé por cuyas venas corría la sangre de todas las razas conocidas: los humanos, los ángeles y las sirenas aladas.
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Alas de sirena
Short Story> Las leyendas de mi madre hablaban de hermosas criaturas que con su belleza podían subyugar la razón de los hombres. Se refería a las sirenas no a... ella. ~ Contenido adulto (o para cualquier persona a la que le guste leer este tipo de contenido...