(Capitulo 7) Las despedidas Parte 2

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  Entramos al salón y como siempre me senté en la mitad, si, fila del medio, asiento en mitad de la fila. En la fila de la izquierda los primeros asientos los ocupaban los que no hacían casi nada y eran los primeros en molestar, al final de la fila el grupo de molestos que se la pasan viviendo de los demás.

  En la segunda fila —que es la del medio, y donde yo me siento—, en el principio se sientan las chicas anoréxicas, populares, oxigenadas, etc. —por suerte Jessica se sentaba en el primer banco, de mi fila... Apero en el primer banco— solamente una me caía mas o menos, era Claudia, cada tres semanas traía un nuevo color de cabello, esta semana lo traía de color verde olivo. De la mitad para atrás nos sentábamos nosotras tres más dos chicas que no nos molestaban, si, en esta fila sólo habían chicas.

  En la fila de la derecha se sentaban los que eran de la calle, es decir, los chicos que sólo venían por la beca que el colegio les regala, o mejor dicho, que el gobierno les regala. Pero de ellos sólo habían dos. Los demás no hacían casi nada, sólo se copiaban de Alonso. No se si el le pasaba las respuestas por que no quiere que le hagan algo, o porque es "buen amigo". Y en sus últimos bancos se sentaban cuatro chicos, uno que no hace nada, el más inteligente, y dos chicos muy tímidos.

  En fin, me senté en mi asiento y me decidí a espera a Maddie y a Isabell escuchando música. Pero no llegaron.

  Pasaron las dos horas de Historia y no llegaron. Parece que sería un muy mal día.

  Todos salieron corriendo al receso, mientras que yo me dirigía a la biblioteca con mi libro de William Shekspier titulada " Timón de Atenas".
Esa historia se parece a mi vida, siempre doy y ayudó, pero al final me voy a quedar sin nada.

  Me gustaba mucho leer esa obra, era una de mis favoritas.

  Llegué al salón y empezaron las burlas, pero sólo de las chicas y los chicos de la fila de la derecha.

  —¿Por que siempre lees?

  —¿No te cansas de comerte a los libros?

  —¿Por que no te casas con los escritores?

  —Ojala un día de estos los libros te traguen —escuchaba sus clásicas burlas, pero me daba igual, todo ya era muy trillado, hasta que...

  —No vas a encontrar a tu papá en los libros —escuché una voz muy chillona detrás de mi.

  Me quedé  inmóvil, mi cuerpo se tensó. Luego escuché que todos decían "hoooo"

  —¡Jessica! —esa voz era de Manuel.

  —Es la verdad —dijo mientras se dirigía a Manuel en tono divertido—. No vas a encontrara tu papá en los libros, porque tu papá... —que no lo diga, no lo quería escuchar, y mucho menos de ella— está muerto.

  —Jessica... —dijo Manuel mientras se dirigía caminando hacia mi— Gemma... —me dijo en un suspiro para luego poner una mano en mi hombro.

  —No me toques... —dije mientras se me salía una lágrima.

  —¿Que?

  —Que me sueltes —Dije con la voz más firme.

  —Gem... —dijo, pero lo interrumpí, sacándole bruscamente su mano de mi hombro

  —¡Que me sueltes! ¡¿No escuchas?! —dije secando mis lágrimas— Vuelve a decirlo... Quiero que lo vuelvas a decir... ¡Ahora!

  —Tu padre está muerto, se esfumó, desapareció, ya no está, y no va a volver —dijo mientras sonreía —, jamás.

  La mire a los ojos con odio y le di una pequeña sonrisa cargada con todo el odio, la maldad y la rabia que podía contener en mi misma.
Terminaría lo que esa persona detuvo.

  Me acerqué a ella aún con la sonrisa en mi rostro. Le di un golpe; pero no un golpe de niñita consentida, no, tampoco una cachetada. Le di un gran golpe con el puño cerrado, y fue a tal punto que le partí el labio inferior y cayó al frío suelo.

  Todos se quedaron mirando en silencio. Un silencio inquietante, en el que ahora me había revelado. En el que el ángel se volvía contra el demonio. En el que la luz se volvía contra la oscuridad; o por lo menos consumía parte de ella.

  Se levantó, y me miró con un profundo odio.

  —Parece que la asiática sabe karate —dijo con voz seria, pero con una pequeña sonrisa.

  —Parece que le saque sangre a la Barbie —dije con la misma sonrisa.

  —Si —dijo agrandando su sirisa—, por lo menos esta Barbie es consentida por su padre. Algo que no volverás a tener nunca.

  Ni se quedó así, tras más lágrimas le daba uno golpe, y una que otra vez le esquivaba un golpe de ella.

  Pero todo paró cuando la puerta se abrió de golpe, me giré rápidamente, y escuche un grito que decía Separenlas!" de pronto sentí como alguien me atrapaba en sus brazos.

  Vi como Manuel agarró a Jessica por las muñecas y le pedía que parara.  Levanté la cabeza y me topé con los ojos de Emanuel.

  Me adentre a su pecho y empecé a sollozar, me sentía muy mal, a tal grado de dejarlo todo e irme. Y no me refería a irme de la ciudad.

  Escuchaba como me trataba de tranquilizar, pero no funcionaba.
Me sentía vacía por dentro.
Me sentía con odio.
Me sentía rota, como una muñeca de trapo.
Me sentía perdida.

  Pero lo que más sentía era una profunda e intensa tristeza, porque aunque me doliera a tal grado, Jessica decía la verdad. Ya nunca jamás volvería a tener un padre.

  —¿Por que a mi? ¿Yo que hice? ¿Por que me duele tanto? —solamente esas preguntas salían de mis temblorosos labios.

  Seguía empeorando mi situación, cada vez lloraba más.

  De pronto Emanuel dijo algo que no entendí, seguramente por los sollozos que daba. En ese mismo instante me tranquilizó un poco, los sollozos eran menos al igual que las lágrimas. Su abrazo se volvía más reconfortante.

  —Señorita Rossengber —dijo la preceptora, para luego encontrarme con la rectora y algunos preceptores detrás de ella—, señorita Evans. Por favor vallan a rectoría.

  Jessica se dirigió con disgusto hacia la puerta, y yo me separé de Emanuel para hacer lo mismo.

  —Tranquila, todo va a estar bien —dijo antes de marcharme.

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Ok aquí les dejo  otro capitulo, espero que les guste.
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Si quieren preguntar pregunten, yo respondo.
Ok los dejo y hasta la próxima semana.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2016 ⏰

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