(no) es suficiente

935 92 11
                                    

나 보기가 역겨워
가실 때에는
말없이 고이 보내 드리오리다.
나 보기가 역겨워
가실 때에는
죽어도 아니 눈물 흘리오리다.


When seeing me sickens you
and you walk out
I'll send you off without a word, no fuss.

When seeing me sickens you
and you walk out
though I die, no, not a single tear shall fall.

진달래 () - 김소월



La música retumbaba en sus tímpanos, el alcohol quemaba en su garganta y había una mano que quemaba casi igual sobre su muslo.

—Tequila. ¿Por qué tequila? —preguntó Joonmyun con una mueca de disgusto, notaba la lengua adormecida después del quinto chupito de la noche—. No nos gusta el tequila.

—A ti no te gusta el tequila —respondió Jongdae, bebiéndose de un trago el contenido del vaso, cogiendo una pequeña rodaja de limón del plato que había en la barra junto a ellos y colocándosela encima de la lengua—. Pero a mí me encantan las cosas que provoca en ti.

Jongdae se inclinó hacia delante, con la lengua fuera, ofreciéndole la rodaja de limón de su boca. Joonmyun estaba mareado, el corazón le palpitaba fuertemente en el pecho y los párpados le pesaban; se humedeció los labios con la lengua y sabían a alcohol (era más fácil de este modo). Se sentía como si hubiera tragado lava, así que se lanzó a por el limón para quitarse esa terrible sensación. Cuando estuvo a apenas unos milímetros, Jongdae escondió la lengua para obligar a Joonmyun a acercarse aún más, y sus labios se unieron mientras éste intentaba atrapar torpemente la rodaja de limón, desesperado por librarse del sabor a fuego del tequila. Cuando por fin lo consiguió, comenzó a separarse de Jongdae para poder apretar el limón contra su paladar, pero éste atrapó suavemente su lengua entre los dientes, deslizándolos sobre ella mientras Joonmyun se separaba del todo y se le escapaba un gemido.

—¿Otro? —murmuró Jongdae a escasos centímetros de la boca de Joonmyun, y sus labios se curvaron hacia arriba cuando el otro asintió en silencio—. Pero yo digo dónde va la sal esta vez.

Joonmyun siguió con los ojos húmedos los movimientos de la mano de Jongdae, que le rozó la mejilla, descendió por su cuello y le apartó la chaqueta y el tirante de su camiseta plateada, que se le había quedado grande después de haber adelgazado tanto en la época de exámenes, porque los exámenes finales de su carrera no eran cosa de risa. Cuando el hombro de Joonmyun estuvo al descubierto, Jongdae cogió una pizca de sal y formó una línea sobre la clavícula que recogió con la lengua inmediatamente. Mantuvo la sal ahí, cogió otro de los chupitos que había rellenado y se lo tragó, echando la cabeza hacia atrás. Joonmyun no pudo dejar de mirar con los labios entreabiertos cómo la nuez de Jongdae subía y bajaba, y su cuello estaba tan expuesto que no le costaría nada olvidarse del tequila, de la fiesta (y del miedo) y dedicarse a devorarlo toda la noche.

Pero Jongdae no le iba a dejar olvidar, porque dejó el vaso sobre la barra con un sonoro clac y con un dedo, le indicó a Joonmyun que le pasara otro trozo de limón. Joonmyun lo cogió entre dos dedos y se disponía a dárselo cuando vio la sonrisa traviesa de Jongdae y cómo negaba lentamente con la cabeza, señalando su hombro aún desnudo. Vaciló un instante antes de dejar el limón sobre el mismo punto donde Jongdae había puesto la sal, y éste no tardó ni un segundo en inclinarse y coger el limón entre los dientes, mordiendo levemente el hombro de Joonmyun mientras lo hacía. Joonmyun suspiró y observó la expresión satisfecha de Jongdae al masticar el limón.

—Te toca —dijo Jongdae, llenando otro vasito para Joonmyun.

Joonmyun estuvo a punto de protestar, porque no quería beber ni esperar más, porque quería la lengua de Jongdae sobre él sin sal ni limón, pero Jongdae volvió a poner una pizca de sal sobre la punta de su lengua y a ofrecérsela, y Joonmyun no pudo pensar en nada más. Lamió los labios de Jongdae lentamente, luego envolvió con los suyos la lengua de Jongdae y succionó, recogiendo con la punta de la lengua la sal, pero sin separarse de él. Jongdae le puso una mano en el pecho para separarlo de él, y Joonmyun se dejó llevar, soltando un leve gemido.

—Bebe —le dijo Jongdae con tono ligeramente autoritario.

—No quiero —murmuró Joonmyun—. No quiero beber, te quiero a ti, quiero...

—Sólo éste —interrumpió Jongdae, poniéndole dos dedos en los labios. Joonmyun sacó la punta de la lengua y los lamió. Jongdae lo miró con los ojos entrecerrados y retiró los dedos hacia abajo, presionando suavemente el labio inferior de Joonmyun—. Sólo uno más, y te daré todo lo que quieras, todo lo que me pidas.


(Joonmyun sabía demasiado bien que eso era mentira, que había algo que no podía pedir.)


El propio Jongdae cogió el vaso y lo acercó a los labios de Joonmyun, que inclinó la cabeza ligeramente hacia atrás, con lo que el líquido se derramó en la boca y se coló por su garganta. Quemaba, era una sensación a la que no creía que fuera a acostumbrarse nunca, pero tampoco iba a acostumbrarse nunca a las corrientes de placer que recorrían su espalda cuando tenía a Jongdae sobre él, o debajo de él, o cuando lo empujaba contra la pared, presionaba sus caderas contra las de Joonmyun y le hacía rogar; ésas no se solucionaban con una rodaja de limón, y no por ello quería dejar de sentirlas. Jongdae estuvo a punto de coger el limón para dárselo, pero no tuvo tiempo de idear otra ingeniosa manera de conseguir que la lengua de Joonmyun estuviera contra su piel porque éste se levantó de su taburete y se colocó entre las piernas de Jongdae, apoyando las palmas de las manos sobre sus rodillas y deslizándolas por el interior de sus muslos, sin preocuparse de que fuera una fiesta y estuvieran rodeados de gente, porque con toda seguridad, casi todas las personas que había allí tenían sus propias manos ocupadas.

(no) es suficiente [suchen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora