Prólogo

141 3 0
                                    

Mis padres ya no están, hace cinco años gracias a un escape de gas en mi casa. Yo estaba con amigas en una pijamada, apenas tenía once, y a la hora de tener que volver a casa, mi tía fue a buscarme; y horas después entendí porque estaba con los ojos tan rojos y ni me hablaba. Me llevo a su casa, dónde vivía ella con tres de primos (ya que otros dos estaban en la Universidad), pero esa tarde no había nadie. Me dejó mirando televisión y luego llegó mi primo mayor: él por fin me explicó la situación.

Hoy, después de hermosos años viviendo junto a mi tía, tengo que dejarla. Ella me confesó que tenía cáncer y que ya no va a poder mantenerme. Sus otros hijos vivirán con su ex y ella se irá a una estancia. Yo voy a tener que abandonar mi escuela, la casa de mi tía y la cercanía de mi única familia restante (si no es que fuera por mi abuelo que sólo veo para Navidad).

Me mandarán con los Johnson, los mejores amigos de mis papás desde muy pequeños, y mis padrinos, vale aclarar. Lo único malo de ellos es que se mudaron hace nueve años atrás, a la capital de la ciudad, a unas pocas horas de aquí. Los planes están listos hace como cuatro meses. Yo siempre enterándome última... 

De verdad aprecio a los Johnson. Anna es una excelente cocinera y es muy amable con todos. Jacobo es el único padre que he conocido que tenga un humor tan similar al de mi papá, único y muy especial. Sebastián tiene once años y nació con retraso mental, pero es la persona más dulce que he conocido. Y hay que decir que en los últimos años siempre me han ido a visitar. Al único que no he visto es a Bruno, el hijo de dieciséis (al igual que yo) que fue mi mejor amigo todo el jardín, hasta que se mudaron; por supuesto, que ya ni somos amigos. Nunca me fue a visitar, lo único que recuerdo de él, es que era un chico con muchos rulos y a mi me parecía precioso.

Lucas, mi primo, a compañía de mi tía, me llevaron en hasta la estación mugrienta de trenes y yo partí en un solitario viaje de tres horas hasta la capital, dónde los Johnson me esperaban para "empezar de cero", según dijo mi tía. No me parecía nada bonito abandonarla, pero ella tampoco quería verme de la forma débil con la que estaba; después de todo, me dijeron que no le quedaba mucho tiempo de vida, lo que me hizo pedazos.

Al llegar a la estación, los vi a los tres como siempre bien vestidos y con una gran sonrisa. Yo les devolví el gesto con cariño, por todo lo que están haciendo por mí, pero la verdad es que no tengo muchas ganas de sonreír en momentos como éste.

–¡Emma, amor! -Anna me saluda estirando sus brazos hacia mí.

Inmediatamente, dejó mis bolsos en el suelo y me abrazó a ella, tragándome las lágrimas que están por venir. Sebastián me toma de las piernas fuertemente y Jacobo va en buscas de mis dos pesadas valijas y yo ya estoy llorando. Anna se separa apenas de mí para limpiar mis lágrimas con su pulgar.

–Tranquila, ya vas a ver como todo mejorará -susurra y yo aprieto los ojos.

–Claro que sí. Vamos, te invitamos a comer afuera -Jacobo me mira a los ojos y da una palmada amistosa en la espalda. Yo solamente sonrío y dejo que me lleven a dónde quieran.

–Espera.... ¿Y Bruno? -Anna mira con sus ojos saltones a Jacobo y él responde despreocupado que fue a comprar una gaseosa. Saliendo de la estación, vemos a Bruno, hablan con la cajera del kiosco. Más bien coqueteándole.

Estaba más bonito que antes, y bueno, había crecido bastante. Tenía los rulos con ese color tan intenso y brilloso marrón, y sus hermosos ojos... Siempre estuve enamorada de sus ojos cuando era pequeña. Es tan alto y tenía un muy buen físico. Era como mi "nuevo hermano", pero nunca lo podría mirar de esa forma.


¿Y Si Me Amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora