La historia sigue

3 0 0
                                    

Nunca abandone ese lugar, era mi lucha constante pero no pensaba rendirme. Si bien había ganado, ya no bajaría la guardia frente a esos demonios. Estar sola ahí era mejor que pasar tiempo acompañada por ellas. Poco a poco se iban acercando, ya sabía que mis últimas acciones hacia ellas las había sorprendido y ahora todo iba a ser distinto. Siempre puse un freno a cuan cercanas podíamos ser, si bien ya no estaría enojadas con ellas no iba a confiar. ¿Confiar para que me destruyan otra vez? No gracias.

Dos años más tarde aún seguía ahí, pero ya un poco más confiada. En este tiempo se habían separado, seguían siendo demonios pero estaban las peores y las no tan malas. Obviamente ninguna era una santa, eso lo tenía bien presente. A pesar de no confiar tanto en ellas, termine de novia con el familiar de una de las demonios, mas no duró mucho. Igual este poco acercamiento luego trajo problemas, parecía que todo solo desencadenaba desorden y horrores a mi vida. Había peleado demasiado con quien se había convertido en ex novio, las demonios atacaban y todos otra vez volvieron contra mi. Sentía esa oscuridad cerca mío otra vez, pero esta vez ya sabia cómo ir contra aquello, o eso creía. No me había dado cuenta que mientras batalla en el infierno, un puñal iba siendo clavado en mi espalda poco a poco. Una tradición inolvidable. Esa persona que parecía haber estado al lado mío todo este camino había causado la mayor de mis tristezas y la mayor razón para mis actuales desconfianzas. Había sido una persona que apareció luego de mi separación, cuando mi corazón estaba lleno de dolor. Me ayudaba a recuperarme, parecía tenderme la mano para poder levantarme. Las malas decisiones siempre nos persiguen, y la peor de ellas que yo pude haber hecho, fue tomar esa mano, su mano. Nunca pensé en desconfiar de él, puesto que si tan cercano era y siempre me apoyó en todo, ¿cual era la razón para desconfiar? Pobre de mi, si tan solo hubiese sabido que planeaba...

Lo único que él hizo fue avivar la llama, no hacía más que tirar leña al fuego. Contando todo lo que yo hacía, pensaba, sentía, exponiendo todo sobre mi, mi lado más débil, a la gente que tanto odiaba. Aunque lo peor no era solo eso, sino como  fingía importarle todo lo que me ocurría para luego reírse de eso a mis espaldas. Eso solo me enseñó a desconfiar más y a saber que él en realidad no era para nada valioso ni valiente. Cuan arrepentida me siento incluso ahora, después de mucho tiempo. Enfrente todo sola, y supe que después de este suceso, ya no habría en quien pudiese confiar todo lo que me ocurriría. Ahora siento miedo de acercarme a una persona mucho, de dejar que conozca demasiado de mi, tanto como para después poder usarlo en mi contra. Para evitar esto, suelo alejarme de todos por un tiempo, no cuento nada de lo que me pasa ni como me siento. Y lo prefiero así, total si confiar ya significa una futura tradición para mí.

Seguí adelante a pesar de todo este remolino en mi vida, decidí hacer como si nada hubiese pasado, volví a ignorar a todo aquel de mi alrededor que pareciese querer acercarse. Me convertí yo en quien alejaba a las personas, empece a jugar juegos para matar el tiempo y así no tener que pasar tiempo con nadie que pudiera llegar a herirme, o así creía.

Un día común en el que no hacía más que jugar, la conocí a ella, una futura amiga. Empezamos a hablar seguido, me presento a sus amigos, formamos un grupo de amistad y hasta llegamos a ser mejores amigas. Si bien no hablábamos el mismo idioma con el resto del grupo, ella y yo si lo hacíamos por lo que nos comunicábamos más seguido. Pensé que por fin había encontrado alguien en quien podia confiar. Cuan equivocada estaba. Ella tenía una vida desastrosa en la que vivía rodeada de caos, y yo no hice más que empeorar todo. Le conté la forma más fácil de salir de ese dolor, aunque te llevara a la oscuridad. Yo sabía salir de ella, así que pensé que ella lo podría hacer como yo. Me equivoque otra vez, pero este error fue el peor. Lo único que conseguí fue hacer que ella llegara al final antes y se despidiera de mi a través de una inútil carta, la cuál me tuvo que leer su hermana. Nuestro grupo de amigos me culparon a mi, y yo sabía que tenían tanta razón. Abandone el grupo de amistad porque no podía soportar cuanto me recordaban lo malo que había hecho. Y otra vez, me volví a encerrar, pero está vez ya no hubo quien rompiese este escudo que me arme a mi alrededor, esa barrera entre todos en el mundo y yo. Esta cáscara nunca se volvería a romper. Por más que muchas personas hayan intentado lo posible no la rompen pues cuanto más tiempo pasó, más dura se convirtió, y agradezco eso. ¿Qué tal si se rompía? ¿Dejaría entrar a alguien? Solo saldría lastimada, y eso lo se bien, nunca nadie hizo nada bueno por mi, o si lo hizo después se alejó. Al alejarse, nunca nadie se dio la vuelta a ver cómo había quedado, sabía que por más que se alejaran, si volteaban volverían porque no soportaban ver lo que causaban. Así termine siendo nada más que simples pedazos rotos que cuando parecía que alguien los unía, nada más lo hacía para volver a intentar romperlo y ver si esta vez había más pedazos que antes para que no se pueda reparar por más que se quisiese.

Por eso estoy escribiendo todo acá, donde nunca nadie lo leerá o por lo menos no sabrán mi nombre. Acá es donde puedo sacar mi dolor mientras cuento mi historia de forma poco directa y bien discreta. Espero que disfruten lo poco que queda de mí, lo poco que sabrán y descubrirán de todo lo que soy.

Life is just it.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora