Capítulo 12: En algún momento todo se debe olvidar

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Hay que disfrutar el momento, tenerlos en los recuerdos más preciados, pero hay veces aunque lo mucho que duela, solo se deben olvidar


  **Narra Soushi**


    Admiraba el delicado rostro tranquilo de ella, descansando en mis brazos aún lado mío entre las sabanas donde dejamos todo de nosotros y nos entregamos mutuamente aquella noche.


    Fue la mejor noche que pude tener junto a ella, sentir su cuerpo y saborearla en mis labios.


     Acaricie su mejilla con las yemas de mis dedos, sentía su relajada respiración en mi rostro. Poco a poco podía ver como abría sus ojos y las dirigía a los míos, una sonrisa hizo aparecer en sus esquicitos labios para ponerme a pensar en solo una cosa; Esa era la sonrisa que quería ver siempre al despertar, durante el resto de mi vida.


Buenos días, Soushi-kun—Susurra dándome un pequeño beso para acurrucarse en mis brazos.


Buenos días, pequeña—Le respondo dándole un besito en su frente acercándola a mí.


    Acariciaba su cabello sintiendo su suavidad pasar entre mis dedos.


    Había esperado este momento una eternidad, estar así con mi pequeña, demostrándonos nuestro amor mutuamente aunque... Esto no este correcto, no este buen aceptado para... Ririchiyo-sama. Pero... Ya habrá tiempo para el remordimiento.


    Y solo quiero disfrutar la presencia de _____-sama junto a mí.


    Mientras una mano acariciaba su cabello, la otra la tenía abrazada por su espalda, acariciando su suave piel que poco a poco mis caricias bajaban hasta arriba de su trasero redondito y perfecto.


    Los cantares de los pajaritos eran una dulce melodía para nuestros oídos, mientras los rayos del sol entraban por la ventana brindando su leve calidez.


    Aunque los cantares de los pajaritos eran una dulce melodía, no sobrepasaba a la más dulce y hermosa melodía que he podido escuchar y que mis oídos han podido admirar.


    La leve risa de ella mientras se removía debajo de mí mientras le hacía cosquillas, era la más hermosa melodía que podía escuchar.


    Sus suplicas de que la dejara combinada con su risa me volvían loco, la deje para apoyar mis brazos a cada lado de su cabeza. Cuando ella se detuvo de reír me miro sonriendo, aquellos labios tan esquicitos eran tan tentadores para besar.


    Y no quede atrás.


    La bese sin previo aviso, y a ella no le molesto, correspondió mí beso para jugar con nuestras lenguas y comenzar a sentir aquella danza de miles de sensaciones y sentimientos que ella me producía.


    Nos separamos por falta de aire, y que solo nos juntaba aquel insignificante hilito de saliva. Nuestras respiraciones agitadas, nuestras mejillas sonrojadas y las hormonas alborotadas, aparecían.

Mi Eternidad [Miketsukami Soushi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora