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Metí las llaves en la cerradura,las giré y al escuchar el sonido que indicaba que ya estaba abierto, empujé agarrando el pomo para así poder entrar en mi casa.

—¿Mamá?–pregunté entrando en el salón dejando caer las llaves en la pequeña mesa que se encontraba en la sala.

Me quite la sudadera dejándola en el viejo perchero y me dirigí a el pasillo, le eché un vistazo a la habitación de mi madre y no estaba allí. Fui hacia la cocina para comprobar si estaba allí pero como estaba sospechando, tampoco estaba allí.

Suspiré tras saber que mi madre no estaba y me fui a mi habitación. Me tiré en la cama a esperar a mi madre que llegaría como de costumbre, borracha.

Minutos después, oí el sonido de las llaves de mi madre -el cual ya me sabía de memoria- y me levanté de la cama.
Escuché como abría la puerta y me estremecí al oír el peculiar sonido de sus botas resonando en el suelo.

—Judith, ya estoy en casa–me dijo desde el salón –ven, dale un  abrazo a tu madre– oí sus pasos acercarse

Entonces, la mujer que me dió la vida entró en mi habitación.
Aunque esa no era la mujer que me dió la vida, esa era una mujer consumida por el alcohol a la cual yo ya no reconocía como mi  madre

—Judith, ¿ya llegaste de trabajar?– me preguntó recalcada sobre el marco de la puerta a lo que yo le asentí– bien,pues ve a hacerme un favor –dijo pasándose un mechón de pelo por detrás de la oreja

—¿Qué quieres?– le pregunté de mala gana al notar la borrachera que llevaba

—Ve al súper y comprame varias cervezas–dijo haciendo una señal de súplica con sus manos

—No– le negué – ya has bebido suficiente, además estoy bastante cansada del trabajo – contesté levantándome de mi cama

—O sea que,¿no piensas hacer nada?–dijo elevando el tono de voz– ¡No haces nada en la vida!– me gritó y se fue hacia la cocina

Ouch. Eso dolió.Llevo todo el día trabajando para llegar a casa y que mi madre me diga tales cosas.Lo peor de todo era que yo sabía que mi madre no era así, mi madre no era mi madre y todo a causa del jodido alcohol.

Salí de mi cuarto y me dirigí hacia la cocina.Allí, estaba mi madre bebiéndose  una de las últimas latas de cerveza que le quedaban

—¿No piensas ir?– dijo dando el último trago y así tirar la lata a la basura– ¡Te estoy hablando Judith!– gritó al ver que yo no contestaba tirando uno de los platos que más a mano tenía haciendo que el suelo se llenase de cristales.

—¡Esta bien!–le dije haciendo con mis manos una señal para que parase– iré a comprarte las cervezas pero no rompas más platos– dije yendo hacia el perchero para así coger mi sudadera– ¿me das el dinero?

—Sí claro, y te compro un negro– habló irónicamente –las pagas tú que para esos trabajas, ah, y antes de que te vayas recoge todo esto– dijo haciendo referencia a los cristales del plato que ella misma había roto.

Y se fue a su habitación dejándome con una frustración terrible.
Estaba frustrada por todo.Por lo cansada que estaba, por los gritos que me había dado, por la vida y los habitos de mi madre...¿cómo era posible que el alcohol pudiera transformar de tal manera a una persona?

Una vez que recogí el desastre, me puse mi sudadera,cogí mis llaves y cogí unos cuantos de los pocos euros que tenía.

Salí de mi casa y el frío madrileño caló mis huesos por lo que, me abracé a mí misma pensando en dónde le compraría las dichosas cervezas a mi madre ya que, era bastante tarde y sería difícil encontrar un supermercado abierto.

Tras casi 45 minutos caminando por Madrid, encontré un súper 24h con un letrero luminoso y por lo que podía ver por los ventanales no había clientes, sólo estaba el cajero que estaba casi dormido.

Entré y murmuré un hola que hizo que el cajero se desvelara y me saludara con la mano.

Fui hacia el pasillo de las bebidas y miraba las latas de cervezas, observando cual tenía el precio más barato ya que, no traía mucho dinero.

—¡¡Goool!!,¡De Ramooos!–gritó el cajero con entusiasmo, me asomé y ví que estaba viendo en un pequeño televisor un clásico, un Barça vs MadridDeducíque era madridista por el gran entusiasmo que puso cuando marcó Sergio Ramos.

Dejé de mirar el partido y cogí las cervezas.
Me fui a la caja y las coloqué en la caja registradora.

—3€ señorita– me dijo el cajero sin quitar la vista del partido

Le entregué los euros y metí las cervezas en una bolsa.

—¡Gracias!- le dije regalándole una sonrisa– y por cierto,– hablé antes de irme– ¡Visca Barça!– dije y salí del súper.

~—~

Me desperté por los leves rayos de sol que se adentraban por las rejillas de mi persiana.

Froté mis ojos y me dirigí a la ventana, subí la persiana y pude ver un camión de mudanzas estacionado enfrente de mi bloque de pisos.

La verdad es que era muy pero que muy raro que alguien se mudara a mi barrio, y es que aunque vivía en Madrid, vivía en un barrio bastante vulgar y pobre.

Salí de mi casa dejando a mi madre dormida- como siempre- para irme a trabajar.

Al salir a la calle me pude fijar con mayor precisión en la mudanza y en las cajas que estaban transportando unos trabajadores hacia el interior del portal se podía leer Rubén Doblascon una caligrafía digna de encomio.

¿A caso era ese tal  Ruben  el nuevo vecino?
¿Y por qué diablos se había venido a vivir a una barrio cómo este?










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⏰ Última actualización: Oct 11, 2016 ⏰

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