capitulo 2

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Capitulo 2

Estaba ocupada :'( sorry pero os dejo el segundo capítulo los quiero mucho

Sara: P.O.V

A veces añoraba sus viajes sagrados haciendo de reportera indocumentada. Sara Miller era así. A punto de cumplir los sesenta, seguía prefiriendo el dulce anonimato del transeúnte, el radiante silencio de lo efímero, a ese despliegue flashes y entrevistas en los que vivían sumergidos desde hacía mucho años ella y su marido.

+flashaback+

Lo había conocido en pleno mayo del 68, entre gases golpes, gritos y consignas lanzadas con adrenalina de revuelta estudiantil. Había volado de new york a parís, enviada por el radactor-jefe de política de The New York Times, que la encontró perfecta para infiltrarse entre los jóvenes y cubrir como fotógrafa los impresionantes disturbios callejeros que tenían en jaque al gobierno del general De Gaulle.

Sólo llegar, se había sumado a sus consignas, abrasando el grito de espontaneidad intelectual y revolución de las llamas, el humo incendiario y los adoquines que se habían convertido en todo un símbolo: la revolución de las piedras y las palabras. El arma de la contra-violencia con la cual los estudiantes se defendían de las brutales palizas de la policía estatal.

Mientras inmortalizaba con su cámara los arrebatos policiales, lo vio surgir de la nada, envuelto en nubarrones de humo y lucha. Sudoroso, épico y gigante; con sus deseos liberatorios enardecidos y un adoquín pintado de rojo en su puño amenazante, vociferando anhelos. Cada piedra, una palabra. Un héroe-símbolo proclamando un mundo nuevo.

Su negra melena enmarañada le daba un aire de gitano resuelto, y su chaqueta de tercera mano con el cuello de un visión derrotado, le deja desnudo ante su cámara. Era hermoso. Un animal salvaje. En ese instante, Sara olvidó por completo donde estaba y para qué estaba,y se dedicó a acribillarlo con su Leika, a inmortalizando en su rutina. Las piedras iban y venían a su alrededor, golpeaban envueltas en palabras y gritos, garrotazos de matraca, pero ella no los sentía.

En medio de la cólera de los gendarmes que pateaban y humillaban, y de los desafíos de los jóvenes que se defendían e insultaban, acababa de nacerle la pasión. Sus ojos y los de el saltaban por encima de los hechos, se buscaban, se perdían y se encontraban en la refriega.

Ella disparaba, corría, enfocaba, esquivaba...se acercaba. Él gritaba, golpeaba, lanzaba, evadía... se acercaba. Cara a cara los dos, jadeando sucios, agotados, y expectantes, se encontraron para librar una guerra, la del amor.

El encuentro los enajenaba y apartaba de la revolución. Una poderosa luz les pulverizaba las conciencias, silenciándoles el presente hasta desintegrarlos. La cámara sólo había sido la culpa, el dialogo mudo de sus deseos. Atrás quedaban los sueños de muchos, una tierra fértil sobre la que empezaba a gemirles su propio sueño.

Ni ella habló, ni él hizo el menor intento de resistirse a la embestida fotográfica que la bella desconocida le propinaba. Las consignas de Sartre, el sentido de la contestation, las banderas, los puños, las voces, las pintadas... "L'imagination prend le pouvoir... Il est.... Seamos realistas pidamos lo imposible..." todo se desenfocaba y diluía en el lente de leika enloquecida.

Una vez agotados los carretes, las piedras, los gritos y empujones, se silenció la cámara. Sara y Cádiz fueron pegando sus caras, sus ojos sus respiraciones, sus bocas, hasta encontrarse en el cemento de la calle,un gran lecho de piedra. Tirados, uno sobre otro, uno en el otro, uno dentro del otro. París enmudecía de beso. Toda la tibieza jugosa nadaba entre sus lenguas. Una mezcla de sabores y palabras por decir se diluía en aquel espacio húmedo y oscuro. Largo... como un pasillo sin final.

lo que le falta al tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora