¿Nuevo Empleo?

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Me encontraba en la casa de los sextillizos, mas bien dicho, en su sala, con su madre frente a mi, ambas sentadas en la pequeña mesa que utilizaban para comer.

Sentía la tensión en el ambiente.

Sentía sobré mi algo que jamás pensé que sentiría... la mirada de una madre desesperada por deshacerse de sus hijos.

—Asi que, dime, ¿a qué te dedicas?

—Eh, yo estoy estudiando actualmente.

—¿Y qué estudias?

—Idiomas.

—Hum, ya veo, ya veo.

Me miro fijamente por un momento y después miro a los inconscientes ninis que tenía por hijos, arrumbados en una esquina de la habitación, totalmente ebrios.

—Preferiria que fueses doctora o algo así pero supongo que eres lo mejor que podrían tener.

Espera... ¿Khe?

—¡E-espere un momento, señora, yo no tengo nada que ver con sus hijos! —eleve la voz asustada y totalmente extrañada.

Entonces, la madre de los ninis (de la cual aún no me sabía ni el nombre y ya quería que me llevase a uno de sus hijos) se flexiono sobre si misma como si se estuviese hincando ante mi para pedirme, suplicarme, algo muy importante.

Me asuste.

—Por favor, llevate a uno de mis inútiles hijos —pidió— o llevatelos a todos mejor.

—¡Wow, tranquila, señora! —exclame— me siento “alagada" por su oferta pero yo los acabo de conocer hoy, ni siquiera soy capaz de diferenciarlos a la primera.

—Da igual, te acostumbraras algún día.

—Preferiria no hacerlo en esas circunstancias.

Me volvió a mirar entonces, suspiro y volvió a enderezarse.

—Bueno, supongo qué no puedo obligarte a nada —pausó— Pero, dime una cosa.

—¿Qué?

—¿Por qué llegaste con mis hijos ebrios?

— Bueno, esa es una historia un poco larga.

—No importa, tengo mucho tiempo, traeré algo de beber.

Entonces la señora Matsuno se levantó y fue hacia la cocina, cuando volvió traía dos tazas de té caliente y una botella de sake.
Quería sacarme toda la verdad de la boca.

—Comienza.

—Mire, lo qué ocurrió fue esto.

Y así empezó una larga noche hablando con la que sería mi próxima jefa, cuando se terminó el té comenzamos con el sake y al final ambas terminamos riendo como posesas por culpa del alcohol.

—¿¡En serio sigues siendo virgen!? —exclamó sorprendida y luego se lanzó a reír fuertemente, culpa del alcohol.

—Si, en serio, aunque usted no lo crea.

—¡Claro qué lo creo, mis hijos, los seis, aparte de ninis sin trabajo ni estudio siguen siendo vírgenes!

—¡Ya veo, así que por eso estaba tan desesperada, quería que me los llevará de una buena vez!

—Exactamente, creo que ya me cansé un poco de ellos.

—Ni que lo diga, usted necesita unas vacaciones.

—No sé —dudo y voltio a mirar a sus inconscientes ninis— Sin mi estos niños terminaría comiendo aire y viviendo en él pachinko.

—¡Vamos, señora! —grite mas animada de lo que debería— Usted y su esposo necesitan descansar, ¿¡sabe qué? le ofrezco un trato!

500 Yenes La HoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora