No te preocupes, no lo supe en un primer momento.
Ambos seguíamos como si nada hubiese pasado, porque todavía nada había pasado.
Hasta que empezaron los vómitos.
Las caminatas se volvieron perezosas y la clase de danza empezó a quedar atrás.
Los helados ya empezaban a ser antojos.
Y todo estaba cambiando.