Terrror Psicologico

El Anciano De La Carretera

Era un día como cualquiera en la escuela y había tenido un día aburrido, Daniel y yo charlamos un rato en el último recreo mientras tocaban el timbre de salida, por fin sonó y todos salimos alegres, a Daniel lo llamó la profesora de Sociales ya que necesitaba su ayuda para calificar varios trabajos (a mucho pesar suyo, Daniel era monitor de Sociales), entonces me toco salir solo y me enteré junto con otros muchos estudiantes que las rutas se habían varado y nos tendríamos que ir a pie a nuestra casa, la escuela estaba en el pueblo y yo vivía en una vereda a media hora de allí, entonces empecé a caminar solitariamente por la ciclo ruta al lado de la carretera, más bien estaba solitaria y ya llevaba como 10 minutos de travesía cuando vi a un hombre anciano de apariencia benévola, más bien encorvado que caminaba lentamente con la actitud de buscar algo.

Entonces seguí seguí caminado y por costumbre salude, el hombre me saludo cálidamente mientras me decía:
-Buenas tardes joven, no sabrás por casualidad a qué horas pasa los buses para cualquier dirección, ¿dirección norte o sur?.

Su pregunta me pareció bastante extraña más su amabilidad hizo que le dijera amablemente:
-Son como las cuatro de la tarde, así que como en 5 minutos van a pasar bastantes para su servicio.
-Muchas gracias joven, buena tarde- me dijo sonriendo mientras seguía su camino.
Entonces o también reanude mi camino cuando entonces por alguna razón volví la mirada,

el anciano hacía como que iba a tomar los buses más solo los veía pasar sonrientemente, es ahí cuando entonces vi a Daniel (habíamos quedado en encontrarnos en mi casa) viniendo hacia mi, en su camino percibí como el anciano lo saludaba y por sus gestos corporales y señas supe que le hacía la misma extraña pregunta a Daniel, entonces decidí esperarlo ya que estaban a una distancia de 40 metros, cuando Daniel llego confirme mis sospechas, el viejo había preguntado la hora de los buses y vimos como repetía la acción que había visto, esperaba los buses y en ves de pararlos los miraba y se reflejaba en su rostro algo de temor.
-Dani, ¿conoces a ese señor?- pregunté yo.
-Para nada, es un buen tipo aunque le falta un tornillo.
Debo dejar claro que esta charla duro como diez segundos después de ver al anciano, entonces volvimos la mirada al mismo tiempo y oh sorpresa, mismo camino y misma carretera, pero ni rastro del anciano

No hace falta decir que un escalofrío nos recorrió el cuerpo cuando entonces nos miramos asustados.
-Dale que no es posible, no es posible, el anciano estaba ahí- dije yo
-Claro que estaba allí, por eso me preocupo-dijo Daniel muy nervioso.
Entonces caminamos más lentamente y mirábamos frecuentemente hacia ambos lados de ido a un miedo que ni siquiera nosotros conocíamos, así seguimos un buen rato cuando nos encontramos por casualidad saliendo de una tienda al tío de Daniel, Roberto, hombre vivaz y muy grato al conversar, hablamos un buen rato pero nosotros seguíamos pensando en la desaparición del hombre, Roberto nos preguntó:
-Que les ha pasado chavales?
Daniel lo miro y sin decirlo directamente contesto:
-Nos hemos encontrado con un anciano bastante peculiar:
-Por ahí no sería el viejo Coruña- dijo entre carcajadas.
-¿El viejo Coruña?- contestamos a coro Daniel
Roberto empezó a contarnos:
-Hace como veinte años vivía un hombre bastante mayor, era maestro de música en el pueblo, bastante amable aunque vivía solitariamente muy lejos del pueblo y no se lo veía coger bus, nunca le gustaron y siempre se vio caminar por la carretera al viejo Coruña largas distancias para llegar a tiempo a sus clases.

Pero cada ve será más viejo y no tenía las suficientes fuerzas para caminar tremenda distancia, después de días de insistencia e insistencia de parte de sus estudiantes, el Viejo Coruña tomó un bus, primero hacia como si fuera a coger el bus pero luego lo dejaba pasar (como lo que vimos), finalmente tomo un bus, pero sucedió la tragedia, el bus se descarriló tras una falla mecánica en los frenos, todos murieron incluido el viejo Coruña, la única vez que se arriesgó a coger un bus había muerto, dicen que todavía se le ve por ahí.
En ese momento yo y Daniel sentimos un escalofrío que nos subió y enfrió rápidamente mientras sabíamos que unos ojos y una sonrisa nos observaban desde lejos, muy lejos.