El frío que hacía era simplemente extremo, Isabel sentía que no había pasado un día tan frío como ese en sus moderados veintiocho años de vida, y a pesar de que no era una mujer menuda para pasar tanto frío, tampoco poseía una gran complexión ósea e irónicamente, su trabajo como paramédico no evitaba que el hábito de carecer de suéter se quitara.
El trabajo de Isabel era como cualquier otro, sin embargo las paramédicos pocas veces se daban cuenta de la carga emocional que esta conllevaba, a lo largo de sus tres años desempeñando su profesión, no se había detenido a pensar en cómo las diferente situaciones que había atendido a lo largo de toda la Ciudad de México le afectaban de manera directa, supongo que esta es una de las razones de su trágica historia. Como se conoce en la vida actual, los problemas de la gente pasan por desapercibidos a una escala mayor pero irónicamente todos los conocen a una menor.Isabel iba caminando por la acera mojada repleta de hojas tiradas gracias a la tormenta, extrañamente su auto que por la mañana no pudo arrancar.
La central no se encontraba lejos en lo absoluto, sin embargo las prisas en la ciudad siempre vencen, Isabel iba serpenteando gente y apurándose a caminar cuando un detalle extraño la hizo voltear la mirada al semáforo que se acababa de poner en verde, eran voces susurrantes que la hicieron detenerse o tal vez el pitido de los cláxones que llamaban su atención para que se quitara del centro del cruce. A pasos apresurados y a ojeadas asustadas a los costados, Isabela llegó retrasada doce minutos al trabajo gracias a la anterior sorpresa.
Llegó a la central y rápidamente se dispuso a cambiarse para la asignación de ambulancias semanal, regularmente el abasto del material para la ambulancia pocas veces sobraba, e incluso en algunas cuantas ocasiones, los canalizadores se habían visto forzados a usar algún retazo de tela para el paciente, sin embargo a Marcela, su jefa, la resignación le había llegado desde hace años de labor. Darse cuenta del desgaste que causa pelear por más material es en vano.-Te toca con Octavio y Jacinda, Isa. Vehículo ocho.-Dice Esteban, el encargado del control de ambulancias en la central, un hombre que rondaba casi por los treinta, Isabel notaba que poseía un cierto interés en ella, sin embargo Isabel no se encontraba en las condiciones como para entablar relaciones emocionales con nadie.
-Claro. ¿Qué zona cubrimos?
-Al parecer el día de muertos va a sumar unos cuantos, ustedes checan el centro de Tlalpan, menos mal no les tocó Xochimilco, Hugo y Marlene sí que se van a divertir.- Dice Esteban con una carcajada caminando en dirección al grupo de paramédicos que iban llegando.
Isabel ya conocía el sentido del humor negro de los paramédicos, incluso ella ya lo manejaba bastante bien, el principal problema que acosaba a los paramédicos eran los casos que se ven en la vida diaria, en la mayoría de las ocasiones éstos no se dan cuenta, pero finalmente el observar la enorme cantidad de fallecidos al igual que situaciones extremadamente horripilantes día a día conlleva un gran precio a pagar.
Isabel no era la excepción, las apuestas sobre el número de muertos el cada día festivo y un ranking de casos extremos al mes la habían hecho llegar a preguntarse si realmente conservaba un ápice de sensibilidad dentro de su ser, sin embargo poco a poco el peso de tantas vidas había influido y creado un gran peso sobre su espalda, el insomnio producido por miedo a dormir y recordar los atormentantes casos que había vivido y sumar las voces que llegaba a percibir en la habitación contigua no servía de mucho y en especial el hecho de que vivía sola en un departamento con sus moderados vecinos, la sensación de estar observada a casa segundo de su existencia y las voces detrás de las paredes al caminar, al igual que la sensación de escuchar cosas de más en la radio estaban simplemente exprimiéndola sin piedad.Isabel subió a la ambulancia y Octavio y Jacinda iban de conductor y copiloto respectivamente.
<<Genial, tendré que canalizar al paciente yo misma, que comience la diversión.- Pensó>>Hicieron unas cuantas rondas por la mañana resultando de esta un joven de aproximadamente veintiún años atropellado con fracturas severas de brazos y costillas que iba cruzando la calle cuando un auto iba dando vuelta, y una embarazada de trece años que se había caído de las escaleras de servicio de un edificio antiguo y se encontraba con golpes severos en cabeza y estómago, cuando la llevaron al hospital aún tenía hemorragia y Isabel se temía que empezaran a salirse los líquidos cerebrales.
Las casas del centro ya se encontraban bastante adornadas y listas para la celebración, una gran ofrenda que adornaba la entrada de la parroquia se encontraba esperando a que se abrieran las puertas para que los grupos de visitantes pasaran a observarla.
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VARIEDAD
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