La comunicación en la familia.

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Cuando cometemos errores durante la adolescencia, se le ocurre culpar a los padres. Si al adolescente se le encontró bebiendo, es culpa de los padres, si se le vio consumiendo drogas es culpa de los padres, si se escapó de casa es culpa de los padres... es decir, los padres no los controlan, pero no siempre es así, sino, es propio de la edad.

Cuando los padres no se preocupan de sus hijos, suelen tener una mala reputación, en cualquier aspecto, pero cuando sí se lo educan, pero aun así realiza esas faltan ¿De quién es la culpa?

Me molesta que cada vez que hay alguna noticia de "menores de edad se encuentran bajo los efectos de alcohol" llega el gentío opinando sobre la familia, creando suposiciones de dónde están los padres que no los controlan, es culpa de los padres que los dejan ser liberales, que hoy en día no hay mano dura como antaño. ¡NO SEÑORES! Por ahí no está el problema, el real problema es la comunicación.

Si las familias conversaran con los jóvenes de hoy en día, se podrían evitar varias controversias, como el embarazo adolescente, la depresión, la drogadicción, la delincuencia, problemas psicológicos, alcoholismo, maltrato, etc. La adolescencia es la etapa más complicada que traspasa el ser humano, por lo que necesita atención de sus pares, si no ¿quién?

La mayoría de las polémicas mencionadas es porque no se les comenta la información necesaria a los jóvenes, los padres –supongo– que creen que, porque ya pasamos la infancia, podemos seguir con nuestras vidas aprendiendo a nuestro criterio, pero no es así, ni en la vida adulta, siempre vamos a necesitar a alguien que nos guíe en nuestras vidas.

Los adolescentes deben diferenciar la libertad y el libertinaje. Libertad es llevar una vida cómoda y correcta, donde tienes tus obligaciones de forma independiente, en cambio el libertinaje, es una vida extrema, donde no toman conciencia de sus actos, y es ahí donde los padres deben entrometerse y guiar al adolescente.

A mi parecer, nunca tuve problemas con mis derechos y deberes. Mis padres siempre han sido liberales y abiertos de mente y eso lo agradezco. Tengo la ventaja –o eso creo– de que les puedo contar todo a mis padres sin miedo a ser juzgada.

Desde pequeña me enseñaron lo que era el sexo, con el pasar de los años, cada vez el tema se fue profundizando hasta que quedé con escasas dudas, que sin problemas podía pedir respuestas.

También me hablaron de las drogas y el alcohol. Mi padre me ha contado sus experiencias de juventud, la verdad son bastante graciosas, pero también me ha dicho lo perjudicial de que puede conllevar a abusar de ellos, por lo que siempre me hablaba de los puntos positivos y negativos.

Cuando tenía dieciséis años, probé por primeras de forma "abundante" el alcohol. Nunca antes lo había probado en esa cantidad, en otras instancias sólo eran pequeños sorbos. Fue una experiencia bastante graciosa. Estaba con un grupo de amigas de confianza, yo les había dicho que no bebía, ellas no me presionaron, pero la tentación me ganó y bebí vodka. Bastante fuerte para la primera vez, pero era lo único que me llamó la atención. Llegué sólo al punto de sentirme mareada después de dos o tres vasos. La verdad, que no me arrepiento, fue con personas que les tengo confianza y me cuidaron. Hasta el día de hoy seguimos siendo amigas y uno que otro fin de semana salimos.

Cuando cumplí diecisiete, probé la marihuana. Si le tuviera que explicar lo que sentí antes de consumirla, fue ansias y miedo a lo que me podría pasar. Recodé las historias de mi padre, pero mis ansias está vez igual me ganaron. Fue con unos amigos en una noche de diciembre. El año escolar ya había terminado y queríamos celebrar por el último año que nos quedaban juntos como compañeros. Mi mejor amigo sabía que sólo bebía alcohol, pues el olor a cigarrillos no me agradaba, pero como le tenía confianza, le dije si me podía convidar. Él no se negó y me comenzó a explicar el cómo se hacía, le obedecí y probé. Fueron bastantes veces la que experimenté en esa misma noche. Mi amigo estuvo siempre conmigo, no se alejó de mi lado, hasta el otro día, que amanecí con un dolor de cabeza por haber bebido y fumado marihuana. Tampoco me arrepiento de aquella noche. Era mi mejor amigo, la confianza que nos tenemos es inmensa y hasta hoy tenemos anécdotas de aquel día.

Una noche de verano, mientras estaba acampando con una amiga y su familia comenzamos a beber, su madre nos dijo que si queríamos ingerir alcohol, que lo hiciéramos, erramos sólo mujeres en el campamento y de confianza. Bebí todo lo que había sobre la mesa, wiski, vodka, ron, pisco, tequila y bebidas para combinar. Aquella noche fue la primera vez que bebí hasta vomitar y no recordar nada al día siguiente. Recuerdo despertar con una resaca y vómitos, totalmente pálida, ¿pero saben?, no me arrepiento, esa fue la mejor noche que he tenido en la adolescencia.

(Quiero aclarar de que no soy alcohólica ni drogadicta, sólo una adolescente que sale de vez en cuando con sus amigos/as a divertirse un poco).

Como ya había dicho, con mis padres tengo una relación bastante estrecha, saben a qué salgo cuando me voy a las casas de mis amigos.

Un día, con ya dieciocho años, le aviso a mi padre de que iba a la casa de una amiga, pues se celebraba su cumpleaños número diecinueve, y había comentado en la casa que había invitado a sus compañeros de universidad. Antes de ir a la casa de aquella amiga, mi papá me entrega tres sobres de condones, a lo que yo le quedo mirando. Nunca me había pasado eso, él sabe que aún sigo siendo virgen, pero no lo tomó en cuenta a lo que me dice "si quieres tener una vida sexual, que sea de forma responsable". Al otro día llego a la casa con los tres sobres de preservativos intactos, se los quise devolver, y su respuesta fue "nunca sabrás cuando lo vayas a necesitar. Guárdalos".

Con todo lo contado a mi vida personal, quiero agradecer a los tipos de padres que tengo. La adolescencia está hecha para disfrutar, pero no pasar a los excesos, quizá una o dos veces para conocer la experiencia, de saber y sentir aquellas emociones del momento. Cuando ya seas mayor, sepas las vivencias de un adolescente y esta vez tú guiar a tus hijos para que no cometan errores.

Gratifico la mentalidad de mis padres por explicarme, por tener la confianza en sí mismo y explicarme las cosas que uno vive durante la juventud, una etapa de vivencias y aventuras. Yo al menos tengo historias y experiencias para algún día contarles a mis hijos lo que hice en la adolescencia, de que la confianza con nuestro entorno es lo primordial si queremos experimentar nuevas cosas, que la comunicación es lo más sagrado que tenemos como seres humanos y que no nos privemos de actos que toda persona debe vivir. 

Padres y Adolescentes.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora