∆ Decepciones catastróficas

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Adiós, Mikaela —se despidió Yuu ya estando en la pierta de la sala.

Oye —el rubio lo llamó; el moreno giró—. Llámame Mika, Yuu-chan.

Ajárodó los ojos y abrió la puerta.

Espera —le detuvo—. ¿Por qué no vino tu novio por ti?

Vendió su auto —contestó tranquilamente—. Además él no es mi chofer, sólo me lleva a veces; me iré caminando desde ahora.

Ten un buen día, adiós —le sonrió.

Con lo sobrante de su pago mensual, el mayor logró hacerle mecánica a su moto y también iba a gastar un poco de dinero en alcohol, las putas eran un poco más caras y no le alcanzaba; ambos adultos jóvenes ya se llevaban mejor, aunque no del todo.

Cada uno tenía sus propios planes y trabajos para el futuro: Yuu ya había empezado con la ampliación de la pastelería para volverla un restaurante; su especialidad eran los postres, pero eso no significaba que él no supiese cocinar, por el contrario, su sason era fantástico y todos lo amaban.

Mientras Mika tenía una "oportunidad de oro" frente a sus ojos: le habían ofrecido poder coordinar las cámaras del siguiente partido, y aquello era de verdad era muy importante para él.

Mikael ojiesmeralda se devolvió; el aludido lo miró vagamente—. El viernes tengo mi evento, tendrás que cuidar a Michi, ya lo sabes.

El rubio lo aceptó sin prestar atención, pues estaba acomodando la pañalera de Michi.

La semana había pasado volando, cada día parecía correr como si no hubiese un mañana y por obvias razones, el tiempo no iba a detenerse; ya era viernes y ambos chicos se hallaban arreglándose para sus respectivos eventos.

Bien, Mika, me voyavisó poniéndose su corbata y parado en la puerta.

Espera, espera, olvidas a MichiMika le tendió el infante junto a la pañalera.

¿Qué? —Yuu rió—. Te equivocas, rubio; te toca a ti, ¿recuerdas? Lo puse en una nota en la nevera hace una semana, haz memoriale dijo señalando el artefacto—. Ahora, me voy. ¡Paz!le lanzó un beso entre risas y salió de la casa.

¡No! ¡no! ¡no! ¡Espera! —la puerta ya había sido cerrada—. ¡Demonios!

Intentando calmarse y pensar con claridad, Mika agarró a Michi y salió de la casa; como se había hecho una pequeña rutina, detuvo un taxi y ambos se subieron en el.

Pasados algunos minutos, el rubio llegó a su trabajo, pagó el taxi y entró en el edificio azotando las puertas.

¡Yoichi! ¡encargate!vociferó desesperado.

Bajo el mismo techo [MikaYuu] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora